"Cáritas para nosotros no es una simple ONG, porque no ha surgido de un grupo de voluntarios, de gente sensible a las necesidades de los pobres, que se hayan constituido en asociación; Cáritas ha surgido del seno de la Iglesia
El delegado episcopal de Cáritas Española, Vicente Altaba, ha estado en Zamora para tener un encuentro formativo con los voluntarios y empleados de Cáritas Diocesana, y por la tarde ha pronunciado una conferencia pública sobre la crisis actual y la identidad y acción de esta organización de la Iglesia católica.
El objetivo prioritario de la Diócesis de Zamora para el curso pastoral 2010-11 es «El ejercicio de la caridad en la vida de la Iglesia». Con este motivo ha acudido a la ciudad el sacerdote de la Diócesis de Teruel y Albarracín Vicente Altaba Gargallo, delegado episcopal de Cáritas Española desde 2007.
Esta mañana fue el ponente en un encuentro de formación dirigido a los voluntarios y empleados de Cáritas Diocesana de Zamora, reunidos en la Casa de la Iglesia (Seminario San Atilano), y por la tarde tuvo una conferencia pública en el Paraninfo del Colegio Universitario, titulada «Cáritas ante la crisis. Actitudes y valores a potenciar».
El ponente fue presentado por Antonio Jesús Martín de Lera, delegado episcopal de Cáritas Diocesana de Zamora. Altaba comenzó su intervención afirmando que «la razón de ser de Cáritas Española está en las Cáritas Diocesanas. Es una organización que las Cáritas Diocesanas se han dado para su servicio. Nuestra razón está en servir a las Cáritas Diocesanas, ésa es nuestra razón de ser».
Vicente Altaba recordó los criterios fundamentales desde donde debe entenderse «el ser y el hacer de Cáritas». El primero: el hombre es redimido por el amor, se siente salvado cuando se siente amado. «Lo fundamental en Cáritas no es lo que hacemos, no es lo que damos; lo que queremos dar por encima de todo es lo que salva, y lo que salva es el amor. El amor hace que el don no humille, sino que dignifique a quien da y a quien recibe», señaló el delegado episcopal de Cáritas Española.
Ese amor tiene un fundamento, y «ese fundamento, para los hombres y mujeres de Cáritas, es Dios. Somos gente que hemos experimentado el amor de Dios en nuestras vidas«. Es el segundo criterio fundamental. «Por eso queremos ser para los otros transparencia de ese amor, y el gran sacramento del amor de Dios es Jesucristo, que se expresa sacramentalmente en la eucaristía, que es para nosotros la fuente del amor».
Cada vez que celebramos la eucaristía, nos unimos a Jesús en la ofrenda por los otros. Por eso invitó a los presentes a vivir así la misa, poniendo en ella la propia vida, algo que es pura novedad cada día, no algo monótono. «Una eucaristía que no lleve implícito el amor a los hermanos es escandalosa«, como ya escribía san Pablo. «Cáritas no es sólo un conjunto de servicios sociales, sino una mística, una manera de entender la vida». Y esa mística es trinitaria y eucarística.
En tercer lugar, el amor de la comunidad cristiana se visibiliza y se estructura en Cáritas, que es la expresión organizada del amor de la Iglesia. «Cáritas para nosotros no es una simple ONG, porque no ha surgido de un grupo de voluntarios, de gente sensible a las necesidades de los pobres, que se hayan constituido en asociación; Cáritas ha surgido del seno de la Iglesia, de la comunidad cristiana». Tampoco es una empresa de servicios sociales, aunque tenga una organización similar, ni un grupo de psicólogos o sociólogos, aunque se utilicen estas mediaciones necesarias.
«La razón de ser de Cáritas está en la comunidad cristiana, en su ejercicio del amor«, reiteró. También afirmó que para pertenecer a Cáritas «no hace falta ninguna ficha de inscripción; a Cáritas pertenecemos todos desde el día de nuestro bautismo. No podemos renunciar a nuestra identidad, que incluye el ejercicio de la caridad».
Otro principio para comprender Cáritas es la promoción del desarrollo integral de la persona y la transformación de la sociedad. «Mucha gente nos conoce por la ropa y los alimentos que damos, pero lo más importante para nosotros no es eso, sino la persona, como un ser que necesita otras cosas más que comer y vestirse: afecto, formación, orientación, acogida… desarrollo en todas las dimensiones de su ser. No queremos ver al otro como un ser necesitado, sino como alguien que tiene que desarrollarse en todas sus dimensiones».
Por último, Cáritas no se entiende al margen de la misión de la Iglesia: evangelizar. «En el fondo, la misión de Cáritas es evangelizar», dijo claramente. Según Vicente Altaba, «evangelizar es comunicar a los otros el amor de Dios, y eso es la tarea de Cáritas; cuando ejerce bien su función, está siendo un pregonero del amor de nuestro Dios, llevando a los otros la buena noticia de la salvación: podrán ser olvidados y marginados, pero hay un Dios que no es neutral, y que toma partido por ellos, una opción por los pobres. Por eso es una buena noticia para ellos».
La crisis no es sólo económica, señaló. Su fondo es espiritual, antropológico, moral. Detrás de la crisis económica hay una crisis así de profunda. Ésta es la experiencia de Cáritas y otras organizaciones. «El dios Dinero ha trasladado a la persona del centro de las relaciones sociales, acaparando todos los derechos, y sometiendo y sojuzgando a los demás. Es la crueldad del dios Dinero, del dios Beneficio, de la absolutización del Mercado«.
Altaba leyó con detenimiento una cita de San Pedro Crisólogo sobre el dinero: «manda en los pueblos, decide los reinos, ordena guerras, compra mercenarios, bebe sangre, causa muerte, destruye ciudades, somete pueblos, asedia fortalezas, humilla ciudades, preside tribunales, borra el derecho, confunde lo justo y lo injusto, y firme hasta la muerte, tienta la fe, viola la verdad, consume la fama, disipa la honestidad, disuelve el afecto, roba la inocencia, sepulta la piedad, separa a los parientes, destruye la amistad… esto es el dios Dinero, señor de iniquidad».
Sometidos al dinero en esta economía del mercado estamos todos. «Pero la maldad del dinero radica en el corazón, en el individualismo egoísta, en la autosuficiencia, la codicia, la avaricia, la mentira, la desconfianza… ésta es la crisis que estamos viviendo».
El ponente también ofreció algunos datos de cómo se está viviendo la crisis actual en Cáritas. Para eso ha creado, recordó, el Observatorio de Cáritas ante la crisis, que ofrece un informe trimestral. «La crisis ha hecho que la mayoría de nuestras Cáritas hayan visto duplicadas las demandas desde 2007 hasta ahora». Las ayudas más solicitadas: vivienda y otros temas relacionados con ella. En segundo lugar, demandas de alimentación, se ha vuelto a pedir comida a Cáritas, y se han tenido que abrir o reabrir comedores.
Después, demandas para el empleo y asuntos legales (sobre todo relacionados con la extranjería), y de apoyo psicológico. Porque, según el delegado episcopal de Cáritas Española, «detrás de los datos hay rostros, hay personas que no debemos olvidar. Detrás de cada número hay una persona. Los números no sufren, y aguantan todo, pero las personas sufren, aman, sienten, esperan, están llamando a la puerta… Por eso, porque detrás de los datos hay rostros, y los datos dejan rastros en los rostros, Cáritas tiene que prestar también ayuda psicológica en la actualidad. Lo nuestro es contribuir al desarrollo integral de la persona. Una persona con desequilibrio emocional también es un pobre».
¿A quiénes afecta la crisis? Afecta de manera particular a los inmigrantes, familias monoparentales, infancia y mayores, además de otras situaciones sociales y personales. Entre éstas, «un nuevo perfil de gente que llega a Cáritas: personas que tenían trabajo y estaban subidas en el tren del bienestar, creyendo la mentira de que todos éramos ricos, pagando todo con un dinero que no era nuestro, sino del banco. Ahora, el tren del bienestar se nos aleja más cada día«.
Muchas personas de éstas llegan a Cáritas, los llamados «pobres de corbata«. Dentro del nuevo perfil de pobres están también algunos que habían logrado la inserción social y laboral gracias al trabajo de Cáritas, y al encontrarse de nuevo en la cuneta, deben volver a Cáritas porque se han quedado sin trabajo.
¿Qué respuesta está dando Cáritas ante la crisis? «En líneas generales, podemos decir que estamos respondiendo adecuadamente, las Cáritas Diocesanas están haciendo un esfuerzo extraordinario». Prueba de ello es que el último año, en plena crisis, Cáritas Española (las 70 Cáritas Diocesanas, las 6.000 Cáritas Parroquiales que están detrás) ha hecho una inversión superior a la del año anterior en 17 millones de euros.
«Cuando hay menos dinero, cuando se recorta la financiación pública, Cáritas aumenta su recaudación y el dinero que invierte en los pobres», señaló Vicente Altaba. Ha aumentado también el número de voluntarios: 500 más el año pasado. Y el número de personas atendidas: llegaron a ser 800.000 personas en 2009, duplicando prácticamente la cifra.
Pero también la situación de las Cáritas ha sufrido un cambio con la crisis: «ha afectado a nuestra misma manera de actuar, a nuestra organización: la acogida, la relación con la Administración y con entidades privadas… Se ha aumentado el volumen de acogidas, que han saturado los servicios de acogida en algunos lugares, perdiendo calidad y calidez. A veces hemos sido víctimas de la imposibilidad de acompañar mejor a las personas, también por la saturación».
Por otro lado, «ha habido un aumento considerable de las ayudas en especie, para las necesidades básicas. Este desbordamiento ha producido también en Cáritas un cierto desajuste emocional en los voluntarios y empleados. Nos ha podido llevar a la pérdida de algunos criterios compartidos, cayendo en el activismo, que es un peligro, porque se pierde el sentido de la actividad, la reflexión necesaria, la formación, la interiorización, la oración».
Ante esto, en Cáritas se constata que «la crisis nos está poniendo delante la necesidad de reorganizar ciertos servicios. Nos llama la atención sobre no caer en el asistencialismo, aunque alguna vez tengamos que hacerlo; a no perder de vista que nuestro objetivo es la promoción integral de la persona».
Altaba subrayó que «lo que hacemos en Cáritas no es sólo tarea nuestra, sino de toda la comunidad cristiana. Ésta se tiene que responsabilizar cada vez más de su Cáritas». Además, «no estamos para trabajar encerrados, sino al servicio de la sociedad, a la que también tenemos que sensibilizar. Muchas cosas que hacemos son supletorias; el primer responsable de atender a los pobres de cada localidad es su alcalde. Nosotros estamos para atender a quienes quedan olvidados».
Al final de la conferencia, el delegado episcopal de Cáritas Española resumió algunas actitudes y valores a potenciar en la crisis. La primera actitud es la reflexión constante, una mirada atenta a la sociedad. «Necesitamos ojos, oídos y corazón ante una realidad cambiante. Es en la realidad donde Dios nos habla, y tenemos que escucharlo en lo que les está aconteciendo a los pobres«. Como ha afirmado el papa Benedicto XVI, «Cáritas es un corazón que ve». El segundo valor es la humildad. Cáritas puede enorgullecerse sin rubor por su gran actividad, «pero no podemos hacerlo todo. Hemos de hacer lo que nos corresponde, y exigir lo demás a quienes tienen que hacerlo, sin culpabilizarnos ni dejarnos culpabilizar».
La tercera actitud es la compasión, sentir con el otro, «dando cauce a la ternura, a la escucha. Vivir con verdadera pasión lo que estamos haciendo, no llevados simplemente de los sentimientos, sino con un trabajo bien hecho, bien reflexionado, bien organizado, bien programado, mejor que nunca. Y, sobre todo, vivir al paso del otro, caminar con los pobres«.
Otro valor es la ayuda mutua, dejando fuera el individualismo. También hay que potenciar la austeridad. «El problema de este mundo no son los ricos, sino la abundancia de candidatos. No es feliz el que más tiene, sino el que menos necesita», recordó el ponente. La sexta actitud es la responsabilidad, en un mundo en el que no hay criterios objetivos. Hay cosas, sin embargo, que no son relativas, y por eso hemos de ser responsables.
Además, hay que potenciar la gratuidad. «Lo importante es la justicia, pero no basta, sino que hace falta pasarla para llegar a la misericordia, a la gratuidad. La caridad no es un sustitutivo de la justicia, sino un complemento». También hemos de recuperar la utopía, cuando mucha gente está viviendo el desengaño y la frustración. «Nosotros tenemos que reavivar la esperanza, que no está fundada en nosotros mismos, sino en Dios y en su Reino; los cristianos tenemos que vivir con esperanza utópica y paciencia histórica».
También hoy es necesario superar la disociación que se nos quiere inocular: «Cáritas sí, Iglesia no«. Frente a esto, Vicente Altaba recordó que «Cáritas es la Iglesia. Cuidado con esta disociación que está en la calle y que a veces nos puede traicionar a los que estamos en Cáritas, porque es una trampa con forma de halago o alabanza. Acabamos tirando piedras a nuestro propio tejado, renegando de nuestra Madre«.