La actual República Islámica de Irán es de paternidad occidental, y esa utilización del Islam con fines políticos tiene muchos episodios en otras partes del mundo
(Ángel Aznarez, notario).- La sombra de Darío, rey de Persia: «Las montañas de caídos -hasta la generación tercera- han de pregonar aun sin hablar, a los hombres, que quien es mortal no debe ser en exceso orgulloso. Florece la desmesura y da por fruto una espiga de ceguera, y la cosecha que produce es lamentable. De la tragedia de Esquilo «Los persas»
Quiso la suerte o diosa Fortuna, de mucho capricho, que en las últimas semanas del pasado noviembre, me encontrase en Teherán, mezclado con iraníes en autobuses urbanos desvencijados, en los laberínticos pasadizos del Tehran Bazar, de más oscuros que claros, y con visitas a la iglesia católica-armenia perteneciente a la diócesis de Irán.
Allí fui a comprobar, si lo por mi escrito y publicado en La Nueva España el 21 de junio de 2009 y en la website Comentario.TV, con el título «Y ahora lo de Irán», seguía vigente. Ese artículo fue escrito en un tiempo coetáneo a las manifestaciones callejeras contra el poder político iraní y a las declaraciones del Ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, que daba un plazo máximo de 18 meses para una intervención militar; plazo que, sin casualidad, ahora termina. El resultado de la comprobación in situ fue de confirmación o ratificación de lo escrito: un no rotundo a otra guerra preventiva y un no rotundo a otra guerra en supuesta «legítima defensa»; esta vez contra Irán, siendo la anterior contra Irak.
Quiso también la suerte que el regreso de Persia coincidiera con la publicación por Wikileaks de confidenciales documentos diplomáticos del Departamento de Estado de Estados Unidos. De esos documentos -que no son de los servicios secretos, que sí serían los verdaderamente interesantes- hasta ahora resulta que lo más importante es que todos sepan que Su Majestad Abdallah bin Abdulaziz Al Saud, Rey de la Arabia de su nombre, con los norteamericanos es muy locuaz contra sus hermanos musulmanes y chiitas iraníes, con atributos de snake, evil y octopus, engañando a sus religiosos súbditos sunitas, a los que dice lo contrario, que los malos, muy malos son los israelitas. Tal doblez de palabra es más propia de un mequetrefe que de una autoridad política y religiosa, que tiene el honroso título de Custodio de los Santos Lugares de la Meca y Medina, siendo por ello santo todo el suelo de su Reino, aunque el subsuelo, por ser de petróleo y gas, esté endemoniado.
Razones de contento, por el contrario, tuvo el Primer Ministro de Israel con motivo de los «documentos Wikileaks», pues gracias a ellos, en la noche del pasado lunes, pudo denunciar la hipocresía de los dirigentes árabes por su engañoso y doble palabrerío, y pudo recordarle al Presidente Obama que la preocupación por Irán es de todos, árabes incluidos, concluyendo con un Iran first. ¡Cuánto recuerda eso de Irán «ante todo o en primer lugar» al Iraq first de la primavera de 2003! Y del proceso de paz de con los palestinos no se volvió a hablar, ni de si uno o dos Estados. Dado que las cuestiones de Oriente son sibilinas y que hay que transitar por ellas con técnica de sílfide, habrá que preguntarse si la alegría de Binyamin Netanyahu fue un tanto precipitada.
En la turbulenta historia de las relaciones entre Política y Religión (con mayúsculas), hubo episodios en los que los de la religión, para mandar, subvirtieron el orden político; hubo así mismo episodios de lo contrario, en que los de la política, para mandar, manosearon lo religioso. De lo último el mejor ejemplo está en lo que ocurrió durante la Guerra Fría con el Islam (Guerra Fría ahora muy olvidada), con resultado final de hecatombe.
Irán tenía una frontera de unos mil quinientos kilómetros con la extinta Unión Soviética, y a Estados Unidos le pareció muy bien que en Teherán, empujando al Sha hacia el exilio, gobernase una «clerigocracia», supuesto antídoto contra el comunismo soviético. Así, la actual República Islámica de Irán es de paternidad occidental, y esa utilización del Islam con fines políticos tiene muchos episodios en otras partes del mundo, hoy de mucha actualidad (Afghanistán), incluso se dice que todo empezó en 1942, con la infiltración de agentes de la CIA en el naciente movimiento revolucionario de Argelia.
Llegados a este punto, procede hacer TRES RECORDATORIOS:
Primero: La Guerra Fría simbólicamente terminó con el derribo del Muro de Berlín en la noche de 9 de noviembre y en la madrugada del día siguiente del año 1989, pero sus efectos aún perduran, algunos muy cercanos. El actual Régimen político español, la llamada Transición que lo alumbró, es consecuencia de la Guerra Fría, que, por equilibrios geoestratégicos, de ninguna manera podía admitir una imprevisible ruptura democrática con peligro de desequilibrio de bloques. Del mismo modo y casi en el mismo tiempo, finales de los años setenta del siglo XX, se quiso por Estados Unidos que se proclamase en Irán la República Islámica, tal como más arriba indicamos, dándose cuenta al poco tiempo de la barbaridad ejecutada. Lo que en el caso español resultó de éxito, lo del caso iraní resultó de fracaso.
Segundo: La actuación de los Estados Unidos en Irán y en el Oriente Medio en general, desde la administración Eisenhower no ha podido ser mas desastrosa. El Presidente Hussein Obama, en su famoso discurso en la Universidad de El Cairo (4 de junio de 2009), dijo: «Existe una historia tumultuosa entre nosotros. En medio de la Guerra Fría, EE.UU. desempeñó un papel en el derribo de un gobierno iraní democráticamente elegido».
El Presidente, en su cándido discurso, que a tantos gustó y que a mí disgustó por cándido, se estaba refiriendo al golpe de Estado organizado por la CIA en colaboración con los británicos, que derribó el Gobierno de Mossadegh, estando ahí el origen del odio del pueblo iraní a los EE.UU, el Gran Satán. No debe ser fácil para una nación joven, de pocos cientos de años como es la norteamericana, entender los meandros y las sutilezas de un pueblo, el persa, que fue Imperio hace más de dos mil quinientos, con sátrapas y Reyes de Reyes.
Tercero: Lo ocurrido en la llamada II Guerra del Golfo ha de ser motivo de meditación y de la que ha de resultar la humildad. No es extraño que la hipótesis de un nuevo conflicto, a sumar a los heredados, provoque escalofríos a Obama y a sus asesores, entre ellos al Secretario de Defensa, que también lo fue curiosamente de G. W. Bush.
El Presidente norteamericano está haciendo lo que repitió durante la larga campaña electoral, campaña en la que pasó relativamente desapercibido su apellido Hussein, que cada día le ha de pesar más y más. Ese apellido es la excepcionalidad de Obama, no su color de piel, que tanto se destacó y equivocó. Y lo que suena a amenaza -decirle que es el nuevo Carter- puede ser un buen consejo: que no se parezca al Jimmy si quiere un segundo mandato presidencial; para lo cual se lo van a poner muy difícil, teniendo en cuenta que su victoria extraña en 2009 fue porque bastantes, a causa de Bush, fueron pillados con el pié cambiado, y esos mismos ya lo tienen todo en su sitio y bien colocado.
DE IRÁN: CON UNA MARIONETA AL FINAL
De los dos actores principales en el actual enredo hay que escribir: de Irán y de Israel. Ningún respeto ha de merecer el régimen político iraní, que al clérigo Jefe Supremo y Guía de la Revolución lo seleccionan ochenta y cinco mullahs y que el Presidente de la República sea elegido por medio de unas elecciones con fraudes masivos, siendo eslogan en las protestas postelectorales de junio de 2009 lo siguiente: This is not a election, this is a selection.
Mahmoud Ahmadinejad es un Presidente provocador como provocador es su aliado el venezolano Chaves, al que el gobierno español vendió con escándalo y temeridad importante armamento. En realidad, Irán ya no es una República teocrática sino una dictadura controlada por la llamada Guardia Revolucionaria. Por ello, de ninguna manera se puede permitir que esa dictadura militar disponga de armamento nuclear, teniendo en cuenta, además, que firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear (Jomeini siempre rechazó lo nuclear), cosa que Israel, Pakistán e India no hicieron (no podemos detenernos ahora en la curiosa historia nuclear iraní, de la que tanto se aprovecharon americanos y franceses).
Los efectos políticos de las sanciones económicas no se hacen sentir de inmediato, requieren bastante paciencia y mucha vigilancia, y si importantes son las sanciones pactadas entre Estados, de igual importancia o más son las de hecho, como, por ejemplo, la presión a las grandes empresas que cotizan en las bolsas norteamericanas, ejercida por ciertos accionistas, como los fondos de pensiones, para que no comercien con Irán, recordando en este momento como un importante banco español y una siderúrgica multinacional tuvieron que abandonar interesantes proyectos en Irán no hace mucho.
Es verdad que las sanciones económicas, incluidos los bloqueos bancarios, no derriban a corto plazo regímenes políticos militares y policíacos, pero a un medio plazo ayudan. El problema está en la mucha prisa, pero a los apresurados hay que recordarles que el uso de la fuerza contra un Estado sólo está legitimado en los supuestos y requisitos que establece la Carta de Naciones Unidas. Nadie civilizado puede defender el uso de la fuerza al margen de la legalidad, lo cual y como es natural, molesta a militares y a civiles con mente militarizada.
Hace pocos días causó extrañeza que un grupo de parlamentarios iraníes, clérigos y laicos, conservadores y centristas, cuestionaran por escrito al Presidente de la República, entre otras razones, para la nefasta llevanza de la economía del país – Teherán por contaminación es irrespirable- . Ese dato, junto a otros, hacen pensar en una crisis en lo más alto del Poder, hipótesis con la que ya se está trabajando, sin olvidar que uno de los grandes problemas es la ausencia de liderazgos y carismas en la oposición democrática (de Houssein Moussavi nada más se supo), siendo los análisis de la Ciencia Política sobre transiciones de dictaduras a democracia no útiles para un Oriente tan oriental como Irán.
La ocurrencia de algunas cancillerías, muy aficionadas al teatrillo de marionetas, de patrocinar a Reza Palhavi, hijo del gran paranoico Sha de Persia, está condenada al mas absoluto fracaso. Los franceses le ayudaron a escribir un libro «Iran, la heure du Choix» (2009) y no le dejan salir de los platos de televisión o de propaganda. Cuando los jóvenes iraníes visitan las estancias de hijo de papá Reza Shah, en el palacio de Niavaran y en el Ahmad shahi Pavilion, con muchos peluches y aviones de juguete, no dejan de reír.
DE ISRAEL: LO MILITAR, LO RELIGIOSO Y LO POLÍTICO
Si en artículo precedente pedíamos al Vaticano más cuidado y sensibilidad en el tratamiento de las cuestiones relacionadas con el judaísmo, ahora debemos pedir al Estado de Israel lo mismo, con los demás, sean vecinos o lejanos. Es explicable la ansiedad que produce la historia trágica y el existir rodeado de enemigos por todas partes, pero la ansiedad no pueden dar en la omnipotencia, que es hacer siempre y sin límite lo que se quiere.
La omnipotencia es atributo de Dios y esto incluso con matices, pues IHVH, el innombrable Dios de los judíos, es el menos omnipotente de los tres monoteísmos, pues se autolimitó con su promesa a Abraham: «En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra» (Libro del Génesis 22, 17-18).
El Estado de Israel, en cuanto Estado normal y en cuanto Estado con la excepcionalidad de ser del pueblo judío no puede contribuir o ser parte en la organización de holocaustos o catástrofes -en esto último hay muchas profundidades, incluso teológicas-. Digamos, simplificando mucho, que el problema está en la ordinariez que resulta de una sociedad mandada por élites militares.
Y ante órdenes de bélicos y de belicistas uniformados (lo Militar) ni existe Religión ni existe Política. Es igual creer o no creer en el Altísimo; es igual que gobiernen unos (los del Likud) o los otros (los de Kadima). Y una súplica final por mucho respeto y admiración no obstante lo anterior: ¡Menos tinieblas, Oh Israel, por miedos y pánicos y más luz por razones!
¿Quiénes pueden ser en la actualidad los bárbaros como antes fueron los persas? Es aconsejable leer y releer la obra de Esquilo, universal y atemporal, como universal y atemporal es la lucha entre la libertad y la esclavitud, entre la mesura y el exceso.