Por naturaleza el cardenal tenía un carácter dialogante y conciliador
(Francisco Margallo).- El cardenal Tarancón que cooperó abiertamente con el Estado a la muerte de Franco defendió este espíritu de la Constitución en estos términos en marzo de 1977: «La Iglesia ya ha proclamado públicamente el principio de la libertad religiosa en el ordenamiento civil- y quiere ser fiel al mismo- y sería necesario que todas las tendencias admitiesen también como principio esa libertad, en todo lo que no se oponga al bien común de la sociedad».
El cardenal se mueve en sintonía con el Concilio Vaticano II que dice: La Iglesia no se confunde con la comunidad política ni está ligada a sistema político alguno…La comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas cada una en su propio terreno. Ambas, sin embargo, aunque por distinto título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre (GS 76). Esto lo desarrolla más extensamente el Concilio en la Declaración sobre la libertad religiosa (Dignitatis Humanae).
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