José Barroso, de la Fundación José Ignacio Tellechea

«Tellechea resucitó a personajes que amaron y cuidaron el euskera»

Mañana se presenta en San Sebastián el libro 'Retazos de un País I', que recoge sus artículos

«Tellechea resucitó a personajes que amaron y cuidaron el euskera»
José Ignacio Tellechea

Tellechea era muy amigo de Juan XXIII

«El único título que vertebra mi vida es el de ‘sacerdote de Cristo’». José Ignacio Tellechea Idígoras (San Sebastián, 1928-2008), teólogo, sacerdote y uno de los historiadores y humanistas más importantes del siglo XX era «un hombre sencillo y dedicado a los demás». Así lo define el editor José Barroso Castro, miembro de la Fundación Tellechea, que llega hoy a San Sebastián para presentar ‘Retazos de un País I’, libro que incluye los artículos sobre personajes históricos que el sacerdote donostiarra publicó en EL DIARIO VASCO a lo largo de su vida.

-Escribió cerca de 600 artículos.

-Sí y eran muy leídos. De hecho, había gente que esperaba con ganas a que salieran. Publicó dos por semana desde los años 60. Y queremos mostrar nuestro agradecimiento a María de los Ángeles (hermana de José Ignacio Tellechea), que fue quien nos dio en mano todos estos artículos archivados para que pudiéramos trabajar con ellos.

-Usted afirma que los artículos eran ‘lecciones morales, espirituales y artísticas’.

-Es que en todos y cada uno de ellos tocaba los problemas de las personas. Él siempre buscaba todo lo que tenía que ver con el fondo humano del personaje. Yo dividiría la producción de DV en tres partes. La primera, la parte referente a la construcción de las personas, es decir, temas morales. Luego están los artículos de tema histórico, sobre los personajes históricos vascos del siglo XIV al XX -en ‘Retazos de un País I’ nos centramos en los del XIV al XVII-. Y en la tercera parte estarían los asuntos espirituales y de la Iglesia, sobre todo del Concilio Vaticano II.

-El lenguaje periodístico es más llano que el histórico. ¿Supo adaptarse Tellechea?

-Perfectamente. Al ser una persona de una enorme formación y muchímisima experiencia no sólo en la escritura de libros académicos sino también en conferencias, no tuvo ningún problema y logró que sus artículos periodísticos resultasen accesibles para todos los lectores. Fue capaz de adaptarse perfectamente pese a la aridez de ciertos temas porque siempre buscaba la profundidad humana del personaje.

-¿Qué personajes históricos le atrajeron especialmente?

-San Ignacio de Loyola. De hecho escribió ‘Ignacio, solo y a pie’, su libro más leído y más traducido. También estaban Larramendi, Urdaneta o Legazpi. A todos les dedicó muchos artículos.

-¿Por qué le apasionaba tanto la vida de San Ignacio?

-Porque era un personaje de una gran profundidad humana y de una gran heroicidad. En uno de los artículos de DV, Tellechea habla de la casa donde nació San Ignacio en Loyola. Habla de su puerta, del umbral y dice ‘cada persona en su vida cruza un umbral’. San Ignacio fue un ejemplo de persona que, no teniendo desde pequeño una educación religiosa o un encauzamiento, su vida fue como una conversión. Eso es lo que más llamó la atención de Tellechea. La heroicidad de ser capaz de tener un proyecto de vida muy claro y llevarlo a cabo y buscar gente que le apoyara. Tuvo una fe muy profunda en su proyecto y peregrinó por muchos lugares para llegar a Roma, donde fue capaz de crear la Compañía de Jesús.

-¿Hubo algún personaje que le dejó insatisfecho por no encontrar los datos que esperaba?

-Sin duda, Carranza. Dedicó toda su vida a Fray Bartolomé Carranza, arzobispo de Toledo en el siglo XVI, que tuvo una causa con la Inquisición durante 17 años. Y hubiera querido vivir cien años más para poder demostrar que todas las acusaciones inquisitoriales contra Carranza eran falsas. Él quería hacer justicia porque era un personaje al que quería muchísimo.

-Tellechea era un historiador descriptivo o incluía su valoración.

-Es difícil explicar su método. Por un lado está el historiador narrativo, el que cuenta con datos y con toda la documentación del mundo. Él siempre iba a los archivos, resucitaba los documentos y luego dejaba que hablaran por sí solos. Y entonces él interpretaba de una forma más profunda y concisa.

-¿Cuáles eran sus fuentes? ¿Pasaba horas en las bibliotecas?

-Muchísimas. Voy a poner un ejemplo totalmente ilustrativo. Tellechea era muy amigo de Juan XXIII, que antes de ser Papa fue el Cardenal Roncali. El sacerdote donostiarra viajaba mucho a los archivos de Italia, incluso era uno de los pocos que tenía acceso a los archivos del Vaticano por su amistad con Roncali. En una ocasión, el entonces futuro Papa Juan XXIII le encargó un viaje a Venecia y a la vuelta le preguntó qué le había parecido y Tellechea respondió: ‘No he visto nada, sólo los archivos’. Lo que causó el mayor de los asombros de Roncali.

-¿Cómo fue la relación de Tellechea con el euskera?

-El euskera fue su lengua materna. Pero aquellas generaciones escribían en castellano. Él escribió poco en euskera aunque consideraba su lengua tan noble como otras, incluso más por ser más antigua. Y resucitó a personajes que amaron, cuidaron y publicaron en euskera.

-¿Cuáles eran sus valores como historiador?

-Valores como la verdad y la conciencia. El historiador debe ser veraz y buscar la verdad. Y desde la objetividad de la ciencia accedía al documento y desde la espiritualidad a la conciencia de los personajes.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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