Gómez Rascón, explica que "cada año visitan el museo de la Catedral unas 40.000 personas"
(Manuel Robles).- La Catedral de León como todas las catedrales encierra misterios insondables, uno de ellos es el del topo que destruía por la noche lo que los constructores levantaban por el día. En los años 90 la Universidad de León analizó el célebre topo de la puerta de San Juan y descubrió que era una tortuga laúd, cuyo origen aún es incierto. Pero, como casi todas las leyendas, el topo no es más que una metáfora de la debilidad de un templo que estuvo a punto de desplomarse en el siglo XIX y que, aún hoy, es un milagro que siga en pie.
Pero también conserva un torreón, de ochenta metros, encajado en uno de los cubos de la muralla donde se conservan los códices más singulares de la España medieval. Este torreón fue restaurado hace diez años por la Junta de Castilla y León, ya ahora se ha convertido en una cámara acorazada, para exhibir los códices más excepcionales del templo gótico: la Biblia Latina (siglo X), el Antifonario (un libro de cánticos fechado en el año 1069) y El libro de las estampas, que contiene las copias de los testamentos de los reyes leoneses a favor de la Catedral, considerado uno de los tres códices más singulares de la España medieval.
La Catedral ha ido atesorando valiosos manuscritos desde el año 860, cuando Ordoño I donó al obispo Frunimio una serie de libros litúrgicos, que éste legó a su vez a la Catedral.
El director del Museo Catedralicio, Máximo Gómez Rascón, confirma que «dentro de unos días todo el mundo volverá a tener acceso al torreón del Museo para contemplar algunos de los códices más excepcionales de la España medieval. Sin embargo, no quiso desvelar cuando se inaugurará los cambios que tiene previstos hacer en el torreón».
El torreón está protegido por cristales antirrobo, que garantizan, además, las mejores condiciones de temperatura, luz y humedad, con el fin de mantener intactos los pergaminos y pigmentos que utilizaron los monjes y calígrafos que los iluminaron hace once siglos. Una vitrina central, que se eleva hasta el techo en forma de pirámide, alberga en su interior tres peanas, para sustentar el Antifonario, la Biblia y El libro de las estampas, tres joyas del medievo leonés.
Entre los 1.800 manuscritos que posee la Catedral de León está el Nodia de Kesos (primer texto en romance), el sello rodado de Alfonso IX, y los cartularios como el Testamento del rey Silo. Una pantalla táctil permite a los visitantes pasar las hojas de estos documentos excepcionales. El Antifonario, que reunirá el mes que viene a expertos de todo el mundo, necesitaba ser trasladado a un lugar que permitiera tener bajo control la iluminación y el grado de humedad.
El director del Museo, Gómez Rascón, explica que «cada año visitan el museo de la Catedral unas 40.000 personas, y el acceso al torreón para contemplar los códices del medioevo leonés, está incluida en la entrada al Museo Catedralicio».