«Dios de Israel, Samaria, Sidón, y Siria, ¿son realmente todos el mismo Dios? ¿Puedo yo permitirte ser libre o debes tú guardar nuestras reglas y nuestra teología?»
(Richard Rohr, en Herder).- Nuevamente vamos a exponernos a dos lecturas que debilitan completamente nuestra tendencia natural al «grupismo» -dos lecturas que se ríen de nuestra falta de voluntad de, incluso, permitir a Dios vivir fuera de nuestras suposiciones, nuestras tribus y nuestras definiciones. El punto es tan claro en ambas lecturas que uno se asombra de cómo es posible que lo pudiéramos perder de vista.
La muy reveladora Primera Lectura de 2 Reyes nos pone todas las típicas situaciones conflictivas (léase «reveladoras»). Vamos a enumerarlas aquí, y pienso que podrás sacar tu propia conclusión: Ahí está Naamán, el comandante sirio, un leproso y no judío. Una joven esclava en la que se puede ver dónde se encuentra el poder espiritual y ese ha de ser hallado más allá de sus fronteras. Naamán quiere la sanación, pero piensa que el dinero y su importancia la pueden comprar (más adelante, en los versículos 16-19, vemos que Eliseo no aceptará nada).
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