Hemos vuelto a guardar nuestros capisayos semanasanteros, y hemos regresado a nuestros habituales asuntos tras la tregua piadosa de los días más cristianos del año
El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, sostiene en su carta semanal, con motivo del Domingo de Resurrección, que la Pascua florida trae alegría y esperanza frente al «maleficio que nos hace rehenes tristes de una inercia difícil de cambiar».
«Decimos de quienes se contrarían, que están malhumorados. Sí, que se les ha colado un mal humo en los adentros y les deja contrariados. Pero las cosas no tienen esas penurias ahumadas malamente, aunque la vida nos complique la andadura y nos haga fatigar y hasta afogarnos en las cuestas arriba, o nos precipite desbocados en las cuestas abajo. Hay un modo distinto de ver las cosas, que aunque éstas no cambien, son otras si las miramos asomados desde otros ojos», indica monseñor en su carta.
De este modo, sostiene que «la Pascua florida tiene esa belleza siempre nueva, que se estrena en esperanza y que se brinda con sonrisas, no como si nada hubiese pasado o como si nada estuviese pasando, sino precisamente en medio de todo esto».
«Hemos vuelto a guardar nuestros capisayos semanasanteros, y hemos regresado a nuestros habituales asuntos tras la tregua piadosa de los días más cristianos del año. Y no se trata de volver cansinos a la carga, al hoyo o al bollo de lo cotidiano con una mueca de derrota como quien debe reemprender lo propio con enfado», expresa el arzobispo.
De este modo, afirma que la Pascua florida «llena de santa alegría esta esperanza cierta, una esperanza cumplida que una y otra vez se hace hueco en medio de nuestras cuitas, de nuestros desconciertos, de nuestros cansancios y nuestros miedos».
«Hay algo que se hace rebelde en nosotros por dentro, cuando una extraña y dulce fortaleza se resiste a que la vida se haga lenta, pesada, cansina y sin derrotero», dice.
(Rd/Ep)