Es bueno que la santidad se nos haga cercana, ya que ella es el verdadero tesoro de la Iglesia y, como dijo el Concilio Vaticano II, es la vocación de todos los cristianos, sea cual sea su estado y su misión
(Lluís Martínez Sistach, cardenal arzobispo de Barcelona).- Este 1 de mayo se prevé en Roma una gran afluencia de gente de los cinco continentes -sobre todo de Polonia- para asistir a la ceremonia de beatificación de Juan Pablo II, en este segundo domingo de Pascua que él mismo quiso dedicar a la Divina Misericordia, sobre la que escribió una de sus encíclicas, la titulada Dives in misericordia,es decir, Dios rico en misericordia. Además se da la circunstancia de que le llegó la muerte exactamente la vigilia de esta fiesta, el 2 de abril de 2005.
Con esta beatificación se hace realidad el deseo manifestado por muchas personas en ocasión de la muerte del Papa polaco. Recordaréis todos una foto muy divulgada que mostraba una pancarta en la plaza de San Pedro pidiendo que fuera declarado «Santo subito«. Ese deseo se hace ahora realidad.
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