Se publican las memorias de José María Cirarda

El renovador de la iglesia vizcaína

El hombre que introdujo el Concilio Vaticano II en la diócesis de Bilbao

El renovador de la iglesia vizcaína
Memorias y recuerdos de monseñor Cirarda

Entre los errores, «no haber sido más explícito en su condena de las torturas que se produjeron en la cárcel de Zamora y de las que tuvo conocimiento»

Fue el introductor de los postulados del Concilio Vaticano II en la diócesis de Bilbao y una de las personas que más ha influido en la Iglesia vizcaína a lo largo del siglo XX. Tres años después de su muerte, se publican las memorias y recuerdos que José María Cirarda fue recopilando al final de su vida, un valioso testimonio que arroja luz sobre el periodo más convulso del clero vizcaíno en la historia reciente. Lo cuenta Guillermo Elejábeitia en El Correo

Cirarda ejerció el cargo de administrador apostólico de la diócesis durante sólo tres años, entre 1968 y 1971, pero su gestión resultó clave para dar el impulso definitivo a la renovación del episcopado vizcaíno. Como apuntaba ayer quien fuera su más estrecho colaborador durante su etapa bilbaína, José Ángel Ubieta, «sólo esos tres años ocupan un tercio de sus memorias».

Cuando se puso al frente de la entonces joven diócesis en el 68, la encontró sumida en «el mayor deterioro de la comunión eclesial vivido en sus 60 años de historia», en palabras del actual vicario general, Ángel María Unzueta. A base de «diálogo, escucha y trabajo en equipo», Cirarda logró «restañar las heridas» y sentar las bases de la actual organización del clero vizcaíno.

Bajo su administración se impulsó el uso del euskera en la liturgia y se acometió la reforma del seminario, «que era una caja de resonancia de la situación que se vivía en la sociedad», apuntó Unzueta. Otra de sus grandes tareas fue dotar a la diócesis de los órganos de corresponsabilidad que todavía hoy asisten al obispo en su labor pastoral: el Consejo Asesor, el Consejo Presbiteral o el Consejo Diocesano de Laicos.

Nacido en Bakio en 1917, Cirarda fue ordenado sacerdote en 1942 e inició su labor pastoral en Vitoria. Su carrera en el episcopado le llevó a recorrer alternativamente el sur y el norte del España, primero como obispo auxiliar de Sevilla, después como obispo de Santander y administrador apostólico de Bilbao y luego como obispo de Córdoba, para finalizar su andadura eclesiástica como arzobispo de Pamplona, misión que desempeñó hasta su jubilación, en el año 2000.

Desde su retiro, Cirarda se decidió a recopilar recuerdos, vivencias y anécdotas. Su relato adquiere más valor como testimonio de una época en la que la Iglesia y el régimen franquista pasaban por momentos de desencuentro tras décadas de férrea complicidad. En las páginas de estas memorias se recogen las entrevistas que Cirarda mantuvo con el propio Franco o con el papa Pablo VI. José Ángel Ubieta destacó ayer el valor de unas memorias en las que «reconoce sus propios errores». Entre ellos, «no haber sido más explícito en su condena de las torturas que se produjeron en la cárcel de Zamora y de las que tuvo conocimiento».

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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