Entiende Luis Quinteiro que acceder a la petición de los vecinos supondría poner en tela de juicio la actuación del párroco
Al grito de «¡Padróns no se rinde!», más de un centenar de vecinos de la parroquia ponteareana se plantaron ayer ante la sede del Obispado en Vigo. Habían pedido autorización al Gobierno Civil, y la habían obtenido, para trasladar su misa televisada hasta las puertas de la residencia de monseñor Quinteiro, donde desplegaron la logística (pantalla, altavoces, ordenador, sillas…), en apenas 15 minutos. Lo cuenta Soledad Antón en La Voz de Galicia.
Después de seis meses de pulso, originado por la desaparición de las joyas de la Virgen, de la que los vecinos culpan al párroco, Jesús Carrera, parece claro que ni una ni otra parte están dispuestas a ceder. Los feligreses, tajantes, reiteraron por enésima vez que «la única solución es cambiar al cura».
Los intentos de La Voz de Galicia de contactar con el Obispado resultaron infructuosos, aunque su postura también es conocida. Entiende Luis Quinteiro que acceder a la petición de los vecinos supondría poner en tela de juicio la actuación del párroco. Aseguraba recientemente que «personas de buena fe» se habían prestado a mediar y que rezaba para que dicha mediación diera frutos. Sin embargo, Tomás Codeseda, uno de los portavoces vecinales, aseguró que nadie se había acercado a ellos, «antes al contrario, fuimos nosotros los que lo intentamos, pero no hubo forma».
Entre los desplazados ayer a Vigo se encontraba Rafael Gándara, hijo de Francisca Canosa, la mujer de 98 fallecida hace unos días que pidió expresamente que no permitieran que Carrera oficiara su funeral. «Nos lo dejó bien claro», dijo Rafael.
Los vecinos, que portaban pancartas alusivas al oro de la Virgen, interpretaron la canción que ya se ha convertido en himno, cuya letra dice, entre otras cosas,: «Nós seremos mala xente porque non vamos o templo, pero os curas e o bispo, ai piripiripipí, non nos dan moi bó exemplo». Al finalizar la misa compartieron aperitivo. «Por lo menos gastamos en algo útil el dinero del cepillo», que también siguen pasando, en el que reúnen entre 120 y 150 euros.