“En casos de extrema necesidad, todas las cosas son comunes” y, por tanto, quienes estén verdaderamente en esas situaciones extremas, no pecan si se apropian de algo que necesitan
(José ignacio González Faus).- Corría el año 2¡!11 cuando, al acercarse la fiesta cristiana del Corpus, el presidente de la conferencia episcopal y de la Confederación de religiosos, se dirigieron a todas las autoridades de la iglesia española, más o menos con estas palabras: «La fiesta de la eucaristía (la presencia material y escondida de Cristo entre nosotros) coincide con la cifra de casi cinco millones de parados: más de un millón de familias donde ningún miembro tiene ingreso alguno.
Como bien dicen los periodistas, más allá de las cifras abstractas hay rostros humanos concretos, personas, tragedias y desesperaciones que, para un cristiano, se convierten en presencias sacramentales del Señor que dijo: «cuanto hagáis (o dejéis de hacer) a uno de mis hermanos sufrientes, me lo hacéis a Mí». Con estos datos, nuestra fe sería un embuste si no dirigimos nuestra veneración y nuestro culto a esos rostros anónimos y sacramentales de Cristo.
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