Los obispos optaron, de este modo, por salirse de los cauces habituales de colecta de la Iglesia y buscar así sumas de dinero más cuantiosas que las religiosamente aportadas por los fieles
Las cúpulas de la Iglesia española y vasca descuentan impacientes, y sobre todo intranquilas, los días que faltan (52) para el encuentro del Papa Benedicto XVI con dos millones de chicas y chicos que se espera participen en las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) de Madrid entre el 16 y el 21 del próximo mes de agosto. Sin embargo, la pompa y el boato que acompañan a todas las visitas del Santo Padre han alentado ya las primeras voces críticas en el seno de la propia comunidad cristiana. Lo cuenta Deia.
Su descontento se centra, principalmente, en el elevado coste económico de los actos previstos. Tanto es así que las cabezas visibles de las diócesis vizcaina y guipuzcoana se han reunido recientemente con un selecto grupo de feligreses para tratar de recaudar fondos suficientes con los que poder hacer frente al coste de uno de los actos organizados por la Iglesia vasca para festejar la visita del Pontífice.
Tal y como ha podido saber este periódico, habría que costear los honorarios correspondientes al desplazamiento, alojamiento y alimentación del Orfeón Donostiarra (compuesto por 185 voces) hasta la capital del Estado, donde tiene previsto actuar en tres ocasiones: la primera el miércoles 17 en un concierto de bienvenida ante los obispos españoles, y las otras dos en la vigilia de los jóvenes del sábado 20 y en la posterior homilía del domingo 21, ante el Papa.
El propio José Ignacio Munilla, prelado de San Sebastián y responsable de Pastoral Juvenil en la CEE, aseguraba que esta iniciativa partió de un grupo de personas de la ciudad «que ahora ven cómo su sueño se ha hecho realidad». Sin embargo, fuentes consultadas desvelaban a este diario un reciente encuentro de Munilla y de Mario Iceta (obispo de Bilbao) en un chalet de Neguri con un grupo de la oligarquía vizcaina más conservadora, a los que se les pidió que contribuyeran a sufragar con sus donativos los cien mil euros que, parece ser, costaría solamente la expedición del coro guipuzcoano ya que por sus tres actuaciones, en principio, no cobrarían.
Ambos prelados trasladaron a este medio centenar de personas, acomodadas social y económicamente, la necesidad de sufragar los fastos religiosos organizados para la tercera semana de agosto. Los obispos optaron, de este modo, por salirse de los cauces habituales de colecta de la Iglesia y buscar así sumas de dinero más cuantiosas que las religiosamente aportadas por los fieles.
Además, entre la comunidad cristiana de base sorprendía el hecho de que la jerarquía eclesial acudiera a esta atípica vía para recaudar fondos que irán destinados a sufragar las ostentosas conmemoraciones previstas durante las JMJ con los que se agasajará a Benedicto XVI, desatendiendo otras competencias y desoyendo prioridades más cercanas que necesitan de apoyo económico urgente para poder desarrollar su trabajo diario.
En cualquier caso, y para no descuidar ningún flanco, diócesis como la vizcaina ha puesto a disposición de la feligresía, esta vez de la menos pudiente, un número de cuenta corriente donde también podrán aportar su particular granito de arena para las JMJ.