Descansa aquel que sigue las sendas de paz, y no perece en la intriga de la mentira. Descansa quien camina con ojos y corazón limpios y no pretende lo que supera su capacidad
(Ángel Moreno, de Buenafuente).- «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré.
Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso.»
En tiempo de vacaciones, al igual que señala la Palabra de Dios, cabe que por el agobio acumulado se desee un justo descanso, y aunque las posibilidades económicas estén mermadas, siempre está el recurso de la sobriedad y del acercamiento a lugares familiares.
Jesús se ofrece como respuesta al cansancio, al agobio y a la sed y promete sosiego, alivio, descanso. San Pablo nos aconseja que no nos quedemos sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios nos habita. El salmista canta y bendice la bondad divina, porque «sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan»
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