(Jaume Pujol, arzobispo de Tarragona).- Por analogía con las estaciones del año y los ciclos de la naturaleza, Cicerón llamó a la ancianidad «el otoño de la vida». Tomo de él, pues, esa expresión para dirigirme a quienes han superado las etapas de la juventud y la madurez y han entrado en lo que también se llama la tercera edad.
Hoy nadie quiere ser llamado viejo. Esa misma palabra resulta casi ofensiva, a pesar de que actualmente envejecemos mucho más que antes, gracias a los avances de la medicina.
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