Pedimos a Dios que su sabiduría y buen hacer se traduzcan en medidas y realidades que den respuesta a las necesidades de las gentes, de esas familias que peor lo están pasando
Todo eran murmullos en el interior de la iglesia de San Julián cuando, en el tramo final de la misa, el sonido de la lluvia ponía en cuestión la celebración vecinal de las fiestas de Somió. Pero, finalmente, el agua cesó, el viento arrastró las nubes y nada impidió que los vecinos conmemoraran con procesión, bollu y espicha la festividad de la Virgen del Carmen. La celebración contó este año con dos invitados especiales. Uno, eclesiástico, el arzobispo de Oviedo, en su primera visita a la parroquia de don Pío, y otro, político, la alcaldesa de Gijón, vecina de Somió.
Pero no fueron los únicos personajes de la sociedad civil que participaron en los actos de este domingo de fiesta. El presidente del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, Ignacio Vidau; el gerente del Hospital de Cruz Roja, Carlos Prieto; los concejales de Foro Rafael Felgueroso y Carmen Alsina o los empresarios Luis Adaro y Jacobo Cosmen también participaron de la fiesta laica y religiosa. Lo cuenta M. Suárez en El Comercio.
Ante todos ellos y una masiva representación vecinal, Jesús Sanz Montes se comprometió durante la misa a ser «el cuidador» del párroco don Pío, después de sus 50 años dedicados a los feligreses. Pero la primera visita arzobispal a la parroquia de Somió, a la que entre el regocijo general llamó Somiedo en su primera intervención, se produjo al día siguiente de haber tomado posesión Francisco Álvarez-Cascos como presidente del Principado de Asturias, y monseñor no quiso sustraerse a la coincidencia. «Es justo que como cristianos pidamos por nuestros gobernantes, sean del signo que sean», afirmó Sanz Montes, inmediatamente después de añadir a las preces parroquiales su petición por el nuevo presidente.
«Pedimos a Dios que su sabiduría y buen hacer se traduzcan en medidas y realidades que den respuesta a las necesidades de las gentes, de esas familias que peor lo están pasando», afirmó, antes de apelar a la «dignidad», la «seguridad» y la «paz» que los ciudadanos tienen que encontrar en «las políticas del buen gobernante». Y no dudó en «desearles lo mejor, porque querer lo mejor para ellos es querer lo mejor para nuestro pueblo». A unos y a otros, a todos, quiso poner bajo la protección de la Virgen. De la marinera Carmen y hasta de la de Covadonga.