Si no se está atento, el afán por el dinero o por los bienes se convierte en obsesión y cabe que llegue a patología
(Ángel Moreno, de Buenafuente).- Hoy, en las lecturas de la Liturgia, aparecen las palabras tesoro, perla, dinero, oro, riquezas, que siempre son términos halagadores, símbolo de poder y de felicidad.
El refrán castellano cifra la felicidad en tener salud, dinero y amor, y la letra de una canción, repetía «todos queremos más». La naturaleza aspira a poseer, pues con ello siente seguridad. Si no se está atento, el afán por el dinero o por los bienes se convierte en obsesión y cabe que llegue a patología, por no decir a imperio instintivo, que afecta al corazón y lo vuelve avaro, egoísta, tacaño.
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