Seguiré luchando por una vida mejor para los preferidos de Dios, que son sin duda los niños y los ancianos
(Padre Ángel).- Sé que los medios (a los que, a menudo, acudo, para que me ayuden ante las tragedias del mundo) tienen que cumplir su función de informar, también en casos como éste. Por eso, aunque no tengo ganas de hablar y, menos aun, de escribir, me fuerzo a hacerlo. A duras penas, porque tengo el alma rota y la mente embotada.
Desgarrado por dentro y por fuera. Es profundamente desolador ver los cadáveres de estos tres angelitos. Soy un padre que ha perdido a tres de sus hijos. Y, aunque tengo otros muchos, éstos son irreemplazables No contengo las lágrimas. Fluyen solas, a borbotones, calientes y amargas.
En momentos como éstos, a los cristianos sólo se nos ocurre llorar y rezar. Como hizo Cristo ante la tumba de su amigo Lázaro. Como imagino que hace el Papa, cuando piensa en los niños de Somalia que están muriendo de hambre y de sed.
Si acaso me consuela saber, por mi profunda fe en Dios y en los hombres, que he perdido tres hijos, pero he ganado tres ángeles. También pone algo de aceite en la herida los cientos de mensajes que recibo sin parar. De personas anónimas, de amigos y de eclesiásticos, como el arzobispo de Oviedo, monseñor Sanz Montes, que me dice en su sms que encomienda sus almas a la Santina y me ofrece su «cercanía hecha de afecto y oración».
Seguiré luchando por una vida mejor para los preferidos de Dios, que son sin duda los niños y los ancianos. Los fe aquí y los de Haití o Somalia. Hasta que el Señor me dé fuerzas, los desahuciados de la vida contarán con mi amor y con mi voz para defenderlos. Gracias a todos por vuestra condolencias y que Dios os bendiga.
