"Que nada ni nadie te quite la paz; no os avergoncéis del señor"

La hoja de ruta del Papa Ratzinger para los jóvenes de la JMJ

Sólo en Cristo podrán encontrar "luz para caminar y razones para esperar"

A Su Santidad no le gusta que el espectáculo de la fe se centre en torno a su persona, por muy Papa de Roma que sea

(José Manuel Vidal).- El Papa tiene una hoja de ruta clara. Y, nada más pisar tierra en Barajas, Benedicto XVI ha querido dejar claro cuáles van a ser las claves de los mensajes que trae a la marea juvenil de la JMJ. Un mensaje profundamente espiritual, pero muy centrado en el momento actual. Un mensaje en forma de cruz, que combina perfectamente la vertiente espiritual (el palo vertical de la cruz) con la temporal (el horizontal). Como sabio y anciano profesor que es, el Papa Ratzinger estructuró su primer discurso en torno a una pregunta: ¿A qué viene el Papa?

Y él mismo, a la manera cartesiana, responde sin ambages. Primero, «vengo aquí a encontrarme con millares de jóvenes de todo el mundo, católicos, interesados por Cristo o en busca de la verdad que dé sentido genuino a su existencia«. Segundo, «a confirmarles en la fe». Tercero, a ayudarles a «construir el Reino de Dios en el mundo». Cuarto, a invitarles a «encontrarse personalmente con Cristo». Y quinto, a escucharlos, para poder guiarlos. El magister atento al discípulo.

Porque, según el Papa, los jóvenes no han venido a Madrid a celebrar una fiesta con una estrella religiosa. La figura no es Benedicto XVI, sino Dios y su Palabra. A Su Santidad no le gusta que el espectáculo de la fe se centre en torno a su persona, por muy Papa de Roma que sea. Su misión es ser Pontífice (del latín Pontifex, tendedor de puentes) y llevar a los jóvenes a Dios. Un simple intermediario de lo esencial.

Porque este Papa no se anda nunca por las ramas. Viene a reafirmar en la fe a los jóvenes católicos. A decirles que sólo en Cristo podrán encontrar «luz para caminar y razones para esperar», es decir sentido a sus vidas. Viene a recordarles a los jóvenes, reunidos en la macrofiesta de la JMJ, que, como es obvio, son muchos, que no están solos, que no son locos ni raros por seguir el programa de las Bienaventuranzas del Nazareno.

Un proyecto vital que les puede ayudar a superar los retos y las dificultades del momento presente. Retos que Benedicto llama por sus nombres y apellidos: «superficialidad, consumismo y hedonismo, banalización de la sexualidad, corrupción y falta de solidaridad». Y sigue citando, entre otras cosas, los atentados contra los derechos humanos o contra la propia naturaleza «que Dios ha creado con tanto amor».

Retos de altura y retos cotidianos, como las dificultades para «encontrar un trabajo digno» o la necesidad de no dejarse atrapar por las «redes de la droga». E incluso, retos espirituales, porque, según el Papa, «no pocos, por causa de su fe en Cristo» sufren «discriminación, desprecio y persecución abierta o larvada». En otras zonas del Planeta, pero aquí también «se les acosa queriendo apartarlos de Él, privándolo de los signos de su presencia en la vida pública, y silenciando hasta su santo Nombre».

La solución que ofrece el Papa para salir de todos estos problemas materiales y espirituales es la fe en Cristo. Una fe que da la cara: «Que nada ni nadie te quite la paz; no os avergoncéis del señor». Una fe que convierte a los jóvenes católicos en misioneros de sus compañeros. Eso sí, «testigos valientes», pero, al mismo tiempo, respetuosos y prudentes. Testigos que «no esconden su propia identidad cristiana», pero la ofrecen en un «clima respetuoso con las demás legítimas opciones». Otro leitmotiv de su pontificado: proponer sin imponer.

Ésta es la hoja de ruta que el papa trae a los jóvenes de la JMJ. Y que estos días irá desgranando. A eso viene: a ayudar a los chavales a fortalecer «el tesoro» de su fe. Les va en ello su propia felicidad. Y a la iglesia, su supervivencia.

 

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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