El Papa a los jóvenes en el Vía Crucis: «No paséis de largo ante el sufrimiento humano»

El Papa ha pedido a los jóvenes, durante el Vía Crucis, que no pasen de largo ante el sufrimiento humano. «Queridos jóvenes, que el amor de Cristo por nosotros aumente vuestra alegría y os aliente a estar más cerca de los menos favorecidos. Vosotros, que sois muy sensibles a la idea de compartir la vida con los demás, no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos: vuestra capacidad de amar y de compadecer», ha subrayado.

Por eso, ha recalcado que sufrir con el otro, por los otros, sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de la humanidad, «cuya pérdida destruiría al hombre mismo».

Precisamente, el Pontífice ha recalcado que las diversas formas de sufrimiento que, a lo largo del Vía Crucis, han desfilado son llamadas del Señor para edificar la vida siguiendo sus huellas y hacer de los hombres «signos de su consuelo y salvación».

«Que sepamos acoger estas lecciones y llevarlas a la práctica. Miremos para ello a Cristo, colgado en el áspero madero, y pidámosle que nos enseñe esta sabiduría misteriosa de la cruz, gracias a la cual el hombre vive», ha dicho.

LA CRUZ NO ES UN FRACASO

Y, así, ha destacado que la cruz no fue el desenlace de un fracaso, sino el modo de expresar la «entrega amorosa que llega hasta la donación más inmensa de la propia vida». «La cruz en su forma y significado representa ese amor del Padre y de Cristo a los hombres. En ella reconocemos el icono del amor supremo, en donde aprendemos a amar lo que Dios ama y como El lo hace: esta es la Buena Noticia que devuelve la esperanza al mundo», ha enfatizado.

También ha recordado a la Virgen María, que «en el Calvario fue entregada a los hombres como Madre», a la que ha pedido protección en el camino de la vida, en particular en la noche del dolor, para que alcanzar a mantenerse, como Ella, «firmes al pie de la cruz».

El Papa ha resaltado la contemplación de las «extraordinarias imágenes» del patrimonio religioso de las diócesis españolas. «Son imágenes donde la fe y el arte se armonizan para llegar al corazón del hombre e invitarle a la conversión», ha dicho. A su vez, ha recalcado que «cuando la mirada de la fe es limpia y auténtica», la belleza se pone a su servicio y es capaz de representar los misterios de la salvación de los hombres hasta conmoverlos profundamente y transformar su corazón, «como le sucedió a Santa Teresa de Jesús al conemplar una imagen de un Cristo muy llagado».

Tras preguntarse cómo devolveran los hombres el amor y la entrega de Cristo, el Pontífice ha concluido que la pasión de Cristo impulsa a cargar sobre los hombros el sufrimiento del mundo, «con la certeza de que Dios no es alguien distante o lejano del hombre». «Al revés, se hizo uno de nosotros para poder compadecer El mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y sangre», ha dicho, tras detacar los comentarios y la labor de las Hermanitas de la Cruz, que «sirven a los más pobres y los más menesterosos».

En su oración incial, el pontífice ha recalcado que, al mismo tiempo que se contempla la pasión de cristo, se presente el sufrimiento de «tantos hermanos que, como consecuencia del pecado propio y ajeno, transitan por enormes vía crucis con el peligro de perder la fe y la esperanza».

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