En España hay 104 congregaciones masculinas y 303 femeninas, según datos de la Conferencia Episcopal
La visita del papa Benedicto XVI a España ha incitado a algunos jóvenes a decidir tomar los hábitos. La reciente presencia del pontífice ha despertado sentimientos y emociones difíciles de explicar para los aspirantes a ejercer el sacerdocio. La llamada de Dios ha alentado algunas vocaciones, un fenómeno que aliviará levemente el envejecimiento que sufren las órdenes y congregaciones religiosas. La vocación católica y el sentimiento de que la llamada del Señor se ha producido se acentuó durante la semana de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ), donde miles de peregrinos se juntan y comparten experiencias en un entorno de educación, respeto y muy festivo. Lo cuenta Ignacio Menéndez en Diario Montañés.
«La llamada del Señor puede llegar en cualquier momento», comenta el fraile Rodolfo Vega. Durante la Feria Vocacional que se celebró en el Retiro durante la estancia reciente de Joseph Ratzinger en Madrid, las diferentes órdenes religiosas se esforzaron por reclutar futuros novicios. Estos aportarán savia nueva a una comunidad integrada por 61.106 personas (49.640 mujeres y 11.466 hombres). En España hay 104 congregaciones masculinas y 303 femeninas, según datos de la Conferencia Episcopal.
La «secularización rampante», como la llama el presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, se ha notado para mal en el quehacer diario de las congregaciones. Desde mediados de los noventa el número de religiosos ha caído en 25.000 personas en España (un 30% menos) y su edad media se aproxima ya a los 70 años.
La situación no es menos grave en los seminarios. El año pasado se ordenaron 162 sacerdotes. En los 79 centros de este tipo repartidos por toda España se registra una media de 15,5 alumnos. Desde la Conferencia Episcopal la visita de Benedicto XVI se esperaba con impaciencia. No solo por el orgullo y la emoción de recibir al Santo Padre, sino porque se espera que este evento haya despertado un sentimiento de acercamiento de los jóvenes a la Iglesia. Tras la JMJ la Conferencia Episcopal confía en que el número de fieles aumente de forma considerable.
«Es una decisión que no se puede tomar a la ligera ya que marca el resto de tu vida», asegura Rodolfo Vega, perteneciente a los Terciarios Capuchinos. Él, como muchos sacerdotes, frailes y monjas, sintió la llamada de la Providencia. Los pasos para dar el salto a la vida consagrada son arduos. La primera fase consiste en hablar con los formadores y conocer los intereses y aptitudes para saber si al candidato le mueve de verdad la fe. Después se cursa un periodo de formación que generalmente oscila entre uno y dos años.
Una vez superada esta prueba, el candidato ha de demostrar su valía y estar a disposición de la orden durante un año, lo que se conoce como noviciado. Posteriormente, los escogidos realizan en grupos el juniorado, o fase en la que se consolida la opción vocacional y que dura en torno a cinco años, para posteriormente realizar los votos perpetuos y dedicar el resto de sus días a difundir y obedecer la palabra de Dios.
El padre Juan, de Cristianos sin Fronteras, se lamenta de lo duro que resulta el proceso y la cantidad de tentaciones existentes hoy en día: «Actualmente, los jóvenes responden menos a Dios porque encuentran más consolación material que espiritual».
Renovarse o morir. Este es el lema que parece inspirar a la orden de los lectionautas, que no duda en recurrir a la música más moderna, reggaetón incluido, para difundir el Evangelio. Su expositor fue uno de los más visitados durante la pasada Feria de las Vocaciones. Su empeño en usar las nuevas tecnologías para captar devotos cala en los jóvenes. Los lectionautas nacieron en Miami hace diez años.
Desentrañar el misterio de la llamada de Dios no es tarea fácil. «En la oración y la eucaristía es donde sientes la llamada». Así de rotundo se muestra el padre Alejandro Uribe, además de recalcar que «si fuese por la voluntad de la gente, muy pocos lo harían, es el Señor el que llama». Este sacerdote, procedente de Colombia, estudiaba Derecho en su país pero la inquietud y la vocación hicieron que se adscribiera con 19 años a los Legionarios de Cristo, congregación fundada por Macial Maciel, ya fallecido y acusado formalmente de abusos sexuales. «No me pude resistir a la llamada del Señor», señala Uribe, quien subraya que «dedicar el resto de su vida a Jesús es lo mejor que me ha podido pasar».