Después de cuatro años de hundimiento de la economía mundial, los causantes de semejante desastre viven en sus lujosas mansiones, disfrutando de las ganancias que han obtenido a costa de todos nosotros
(José María Castillo).- En situaciones como la que estamos viviendo en España, lo más apremiante es tener muy claro que, por más urgente que haya sido la reforma constitucional que limita el endeudamiento del Estado, mucho más urgente es la reforma ética de todos los que somos responsables de que el Estado se haya endeudado hasta las cejas.
Y se ha endeudado, ante todo, porque la codicia de quienes realmente manejan el gran capital es insaciable. Por eso no están dispuestos a ceder en que la riqueza, que produce este país, se reparta más equitativamente. Por eso no quieren ni oír hablar de que les suban los impuestos a los ricos. Como tampoco consienten que las condiciones laborales de los trabajadores sean más seguras y estén mejor retribuidas.
Todos los días oímos hablar de la codicia de los mercados y de la amenaza de los mercados. Pero, ¿quiénes son «los mercados»? Yo no he visto jamás «un mercado» de ésos de los que tanto se habla. Lo que sí vemos es a los mercaderes. Y por lo que se sabe de ellos, no parece que lo estén pasando mal. Ni que están en el paro. Ni parece que vivan con el agua al cuello.
Es verdad que, en este país, está más extendida de lo que seguramente imaginamos la mentalidad según la cual lo que importa es vivir lo mejor posible trabajando lo menos posible. Y además hay mucha gente que pone el grito en el cielo si no se puede seguir permitiendo el nivel de consumo al que nos hemos acostumbrado en España. Es decir, nos hemos acostumbrado a consumir más de lo que producimos.
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