La fe ya no será mayoritaria, pero seguirá siendo relevante. Una minoría influyente, cual levadura en la masa
(José Manuel Vidal).- Siempre se anuncian difíciles los viajes del Papa. Sobre todo, los que realiza en la descreída Europa secularizada. Y a pesar de las dificultades, Benedicto XVI es capaz de cambiar el agobio de la vendimia en vino de solera, como él mismo dijo en su país natal. Por eso, el balance de la visita papal a Alemania puede calificarse de triunfante, diferente y esperanzador, pero también decepcionante en buena medida.
Triunfante : Primero, por ser el viaje de un Papa. La sotana blanca lo cambia todo y, en este mundo globalizado, se ha convertido en un icono planetario y en una referencia de autoridad moral. Sobre todo, ad extra. Segundo, por ser un Papa alemán que visitaba su país natal. El orgullo alemán se impuso incluso al ateísmo rebelde de Berlín. El Papa jugó en casa. Los alemanes, en estos momentos, dominan el mundo. Y no sólo económicamente, sino también espiritualmente. Un alemán en el trono de Pedro.
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