Luz Amparo Cuevas ha sido "una mujer obediente"
El autor del libro ‘Las apariciones del Escorial’ (Libros Libres), José María Zavala, que ha investigado el entorno de Prado Nuevo (El Escorial) y ha recogido testimonios de personas cercanas a la vidente Luz Amparo Cuevas, quien asegura que se le ha aparecido la virgen desde el 14 de junio de 1981, hace ahora 30 años, ha aceptado la «cautela» que siempre ha mostrado la Iglesia ante este fenómeno, aunque ha afirmado que «va dando pasos» en el sentido de aprobar las apariciones.
En esta línea, ha subrayado, en una entrevista concedida a Europa Press, que la Iglesia «de manera cautelosa va dando pasos» que en la práctica inducen a pensar que «hay algo que se escapa a la luz de la razón» y ha recordado que aunque el cardenal Ángel Suquía, arzobispo emérito de Madrid, dejó por escrito que «no consta el carácter sobrenatural de las apariciones», esto «no significa que no sea verdad».
Además, ha remarcado que por los «pasos» que, a su juicio, ha dado el cardenal Rouco –autorizó la celebración de la santa misa los primeros sábados de mes en Prado Nuevo, la presencia de sacerdotes y religiosos y la creación de un seminario–, «se va viendo que puede llegar a constar en un futuro».
Esta aprobación es la que desean los fieles que acuden a Prado Nuevo, según ha apuntado Zavala, que ha indicado que allí tienen «mucha esperanza» en que el cardenal apruebe la construcción de una capilla santuario que responda a las reiteradas peticiones (más de una treintena de veces) de la virgen en las apariciones, un interés que ya han transmitido al arzobispo de Madrid.
En cualquier caso, Zavala ha señalado que la obra surgida a raíz de las apariciones en Prado Nuevo «no se aparta ni un ápice del magisterio de la Iglesia» y que es «una asociación pública de fieles aprobada por la Iglesia» que, por tanto, «difícilmente puede ser una secta«. Así, ha indicado que quienes la califican como una secta lo dicen «por ignorancia o por mala fe».
Por ello, ha invitado a «acercarse» a Prado Nuevo para formarse una opinión con respecto al fenómeno y a «no dejarse llevar por lo que otros han dicho sin conocerlo». De hecho, ha indicado que lo que ha visto allí es que la gente va a Prado Nuevo a rezar el rosario, algo que, según ha precisado, «no es malo sino bueno».
Concretamente, ha subrayado que lo que más le ha llamado al atención de Prado Nuevo es «la gran devoción» con la que la gente reza el santo rosario y con la que se celebra la santa misa en las residencias de ancianos atendidas por las Hermanas Reparadoras, así como «el primor con que las hermanas atienden a los ancianos». «Todo eso me ha sobrecogido, ves que son gente de Dios», ha remarcado.
Además, ha destacado que la vidente Luz Amparo Cuevas ha sido «una mujer obediente» pues cuando en 1985 el cardenal Suquía le aconsejó no acudir a Prado Nuevo en horario de máxima afluencia de gente, «ella se lo tomó como una orden y hasta hoy mismo sigue sin aparecer» y este hecho, para Zavala, es «un signo muy positivo».
En el libro ‘Las apariciones de El Escorial’, el autor recoge datos de documentos, «muchos de ellos inéditos», y testimonios de personas del entorno de Cuevas como su director espiritual, un sacerdote carmelita que afirma que la vidente quedó estigmatizada ante sus ojos en varias ocasiones, o un sacerdote pasionista que recibió la vocación en Prado Nuevo que informó sobre las apariciones a Juan Pablo II y al entonces cardenal Joseph Ratzinger.
Asimismo, recoge la experiencia del sacerdote José Arranz, «un hombre muy racionalista, escéptico sobre el fenómeno, que en 1983 decidió acercarse a Prado Nuevo a ver qué estaba sucediendo y que, al cabo de un año o dos, tuvo ocasión de ver estigmatizada a Luz Amparo«. «Yo le pregunté qué fue lo que le llevó realmente a creer. Me dijo que su propio cambio interior como sacerdote», ha recordado.
Zavala ha advertido de que con esta obra no quiere emitir ningún juicio de valor sobre unos fenómenos sobre los que aún no se ha pronunciado la Iglesia definitivamente y, de hecho, al final del libro, apunta que, «después de todo, cada cual es muy libre de creer o no en las apariciones de El Escorial». Sin embargo, ha admitido que antes de comenzar su investigación era «escéptico» y que se acercó a El Escorial porque «había oído hablar muy mal de los fenómenos». Ahora, ha expuesto todos los testimonios recogidos para que el lector «conozca por sí mismo» el fenómeno.
(RD/Ep)