"Los cancerberos de la ortodoxia no tienen pudor"

Si Prisciliano levantara la cabeza

"Pretende que la partitura de la fe se ejecute siempre según las pautas fijadas en el pasado"

Si Prisciliano levantara la cabeza
Andrés Torres Queiruga

El cerco lo mueve el rechazo ideológico a su compromiso con la Tierra y la inculturación de la Iglesia gallega

(Ramón Baltar).- Los cancerberos de la ortodoxia católica no tienen pudor alguno en condenar con dureza el pensamiento único que domina la sociedad civil. mientras tratan de imponer silencio obsecuente a las cabezas ilustradas de la casa. Ahora la tienen tomada con el teólogo gallego Torres Queiruga, compañero de potro del vasco Pagola.

Nadie con mediana formación discutirá que la labor del intelectual cristiano es poner a la palabra de Dios la música que pide cada tiempo, lo que exige lectura clara de sus signos y disposición a dejarse guiar por ellos.

Pero la Iglesia jerárquica confunde unidad con uniformismo y como vive en las nubes, pretende que la partitura de la fe se ejecute siempre según las pautas fijadas en el pasado. De ahí su ojeriza a los teólogos liberales que no aceptan límites arbitrarios a su investigación ni recortes a su libertad de conciencia.

Sospechan sus encelados perseguidores que la obra de Queiruga rebaja la divinidad de Jesucristo y deslizan la acusación de arrianismo. Esto último revela la tumoración de su ignorancia: las propuestas teológicas originales se califican de acertadas o erradas tras debate entre especialistas, pero no constituyen por si mismas herejías.

Por otra parte, en una cultura que considera al hombre centro del universo es inteligente anunciar a un Jesús de carne y hueso, más atractivo cuanto más humano. En Jesucristo, Jesús precede a Cristo.

Aparte de la oclusión mitral y la envidia que suscita en los teólogos rastreros el alto vuelo del de Aguiño, el cerco lo mueve el rechazo ideológico a su compromiso con la Tierra y la inculturación de la Iglesia gallega. Ya se sabe cómo se las gasta la cúpula imperante que solo considera moralmente lícito el nacionalismo de tracción centralista y españolera.

Pero derriban las vallas: los sacerdotes son ministros de la Palabra, retirársela supone privarlos de tal condición y aun del derecho a la libertad de expresión de que gozan como ciudadanos. ¡Y posan de adalides de los derechos humanos!

 

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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