No sé por qué debo ceder a su inducción de quemarme a lo bonzo ante la imposibilidad actual de que ellos me aten a una hoguera
(Jairo del Agua).- Dicen los sicólogos -también los confesores- que la PAZ es el mejor síntoma para saber si se actúa en conciencia (me refiero a la «conciencia profunda» y no a la «cerebral» o «social»).
Pues os confieso que, con motivo de las dos últimas meditaciones publicadas, he recibido con muchísima paz la avalancha de descalificaciones, excomuniones, condenas y empujones que me han llegado. Pero es que, además, espero con paz más de lo mismo en mis meditaciones de Cuaresma.
No siempre fue así. Antes me afectaban mucho las acusaciones de mis hermanos. Ahora me refugio en «lo profundo», me cuestiono, me analizo y hago el mejor discernimiento. Sin embargo, hasta ahora, no he logrado ver los «graves pecados» de que me acusan, aunque tal vez tenga otros que ellos ignoran. No sé entonces por qué debo auto excluirme de la Iglesia a la que amo y defiendo constantemente. No sé por qué debo ceder a su inducción de quemarme a lo bonzo ante la imposibilidad actual de que ellos me aten a una hoguera.
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