Gente que está construyendo grano a grano, mano a mano, entre cantos, sangre, sonrisas y arrestos, un mundo nuevo
(Miguel Ángel Mesa).- En nuestro mundo hay instituciones, grandes corporaciones, fuerzas ocultas, que intentan por todos los medios que la desesperanza se apodere de nuestras mentes e ilusiones.
Pretenden crear una desmoralización colectiva, una apatía, que les deje las imposibles soluciones en sus manos, dejando claro que es tan influyente el monstruo apocalíptico que nos domina, que lleguemos a pensar que no se puede hacer nada.
Que nos induzca a pensar: «Los recortes sociales son precisos, el hambre en el mundo es irreversible, los conflictos religiosos son inevitables, el cambio climático es una quimera, la guerra es necesaria para establecer el orden mundial, la violencia contra las mujeres es algo endémico, de muy difícil solución, la solidaridad con los pueblos empobrecidos es un lujo que no nos podemos permitir, el estado del bien-vivir y el decrecimiento son utopías irrealizables…».
Y estos razonamientos recalcados diariamente en los medios de comunicación, hacen mella en nuestra forma de pensar, de actuar, de buscar respuestas alternativas.
Nos conducen al fatalismo y a la resignación.
Pero en nuestro mundo cunde también la indignación y la propuesta, mediante hombres y mujeres que no desean someterse a los dictámenes de los poderosos, de los influyentes, de los mercados, de los políticos sumisos.
Gente que sale a la calle, que protesta, que propone, que se relaciona, que discute en común otras opciones.
Gente libre, consciente. Esperanzada y esperanzadora.
Gente que está construyendo grano a grano, mano a mano, entre cantos, sangre, sonrisas y arrestos, un mundo nuevo.
Ayúdanos, buen Dios nuestro, Dios de los pobres, de los sometidos, excluidos y marginados, a mantener una esperanza activa, creativa, para construir ese otro mundo posible de la fraternidad y la justicia, de la felicidad y la libertad, de la ternura y el gozo de vivir.
Infunde en nuestros corazones el fuego y la pasión de tu Espíritu, para lanzar nuestras redes de solidaridad y concordia, de com-pasión y nuevos horizontes compartidos, que sepamos crear redes de amistad y armonía, de mejora y transformación de las relaciones sociales.
Aunque solo escuchemos gritos desgarrados, como de parto, está el nuevo Adviento ya a las puertas, una nueva civilización, un nuevo orden internacional, una nueva relación entre los seres humanos.
Se mueve entre susurros, en silencio, a escondidas, en las alcantarillas del sistema, entre las garras del monstruo, como hormigas o arañas tejiendo la nueva realidad.
¿No lo veis, no lo escucháis, no lo sentís?