Lo único que me interesa es pasar por la vida contagiando respeto, estima, paz, convivencia y bondad
(José María Castillo).- Escribo esto a las 9 y 5 minutos del día 22 de diciembre, cuando está empezando el sorteo de la lotería de Navidad, el día del gran festín del dinero, precisamente el mismo día en que los nombres de los nuevos ministros, que acaba de designar Rajoy, han puesto más de actualidad, si cabe, la crisis económica y las esperanzas que nos quedan ante la crisis. Ningún día como hoy para hablar del dinero.
Dicen los estudiosos de los orígenes de la humanidad que los hombres primitivos vivieron, durante miles y miles de años, en lo que se ha llamado una «cultura de cazadores«. Ahora bien, una condición indispensable de supervivencia, para aquellos hombres, era la movilidad. Ni vivían, ni podían vivir, instalados. De ahí que una característica de aquellas gentes fue el «desprecio de las cosas«: ningún apego a los objetos, ninguna consideración por las riquezas.
Como ha observado acertadamente la sabia historiadora de la antigüedad María Daraki, «todo lo que para nosotros es riqueza, para los cazadores era carga»; el desplazamiento continuo exigía el equipamiento mínimo y desalentaba «toda veleidad de posesión» (Marshall Sahlins). Por eso, en aquellos cazadores primitivos se dio el modelo perfecto de «el hombre no-económico». Con razón, Karl Polanyi ha dicho que «ningún móvil específicamente humano es económico», ya sea «en el estado primitivo o en todo el curso de la historia» (cf. M. Daraky).
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