El misterio que celebras en la Navidad, es el misterio de la opción de Dios por ti
(Santiago Agrelo, arzobispo de Tánger).- Nos cuesta ver a Dios en el sufrimiento, y no sabemos conjugar las voces de la paz con tiempos de dolor. Quien sufre, pregunta por el sentido de su sufrimiento; quien sufre y cree, pregunta por el sentido que tiene creer en un Dios que no puede evitarnos el sufrimiento.
Esa pregunta se hacía en una de las felicitaciones de Navidad que he recibido: «Cuando vemos la injusticia, la corrupción, la especulación financiera, el abuso de poder… nos preguntamos: ¿dónde está Dios?
Cuando vemos a ese hombre, a esa mujer, que han perdido su puesto de trabajo y no tienen nada que llevar al hogar, nos preguntamos: ¿dónde está Dios?
Cuando vemos a esa familia que ha sido desalojada de su casa hipotecada… nos preguntamos: ¿dónde está Dios?…
Si vemos el mundo por los ojos de los que sufren en Siria, en Egipto, en Somalia, en Nigeria, en los caminos de los emigrantes, en el infierno del hambre, nos preguntaremos: ¿dónde está Dios?
Quien lleva a Dios en el corazón y lo ve en los pobres, desearía que todos se hiciesen esa pregunta, pues sería indicio seguro de preocupación sentida por el pobre. Si todos se hiciesen esa pregunta, no tardarían los pobres en experimentar la cercanía de Dios, pues habrían experimentado la cercanía del hombre.
Aquella pregunta no viene de la incredulidad sino de Dios, aunque sugiera implícita la respuesta, «Dios no está, no puede estar donde están la injusticia y el mal».
Aquella pregunta viene de Dios y de nuestra imagen deformada de Dios, pues para nosotros, hombres de dura cerviz y poca fe, Dios sólo puede ser omnipotencia contra prepotencia, poder contra poder. Cuando la realidad desmiente a la ilusión, entonces el dolor puede volverse espesa tiniebla en la que Dios no es Dios. Ausente Dios, de tu noche se habrá ausentado también la paz.
Pero tú sabes que la del poder no es la única respuesta posible a la pregunta sobre Dios. La fe te responde: «La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros». Tú preguntas: ¿dónde está Dios? Y él te dice: Aquí estoy, junto a ti, contigo, en ti.
El misterio que celebras en la Navidad, es el misterio de la opción de Dios por ti. La felicitación en la que se hacían las preguntas, se hacía eco de una voz que respondía: «Dios está ahí, en ese niño débil, pobre, nacido en Belén».
Tú preguntas: ¿dónde está Dios? Y tu hermano de sufrimiento te responde: que el Señor esté contigo, que esté contigo la paz.