"Nací perezoso. Todo lo que he hecho lo he hecho porque me obligaron a hacerlo. Como esta entrevista"
(José Manuel Vidal).- Sacerdote operario, prolífico escritor y el mejor publicista vocacional de la Iglesia católica, Jorge Sans Vila (Vimbodí, Tarragona, 1928) vive jubilado en Roma, pero sin abandonar sus tres grandes pasiones: Dios, la pastoral vocacional y la escritura. Su última obra es ‘Santoral‘ (Ediciones Sígueme). Vidas de santos que, en sus manos, se transforman en un libro para «sonreírlo», como pide y quiere el autor. «No escribo ni para personas mayores ni para hechólogos, sino para amigos, niños y poetas», dice en el galeato. En su santoral aparecen bienaventurados «de primera, de segunda y de tercera». Algunos no beatificados por la Iglesia, como el Padre Germán o el escritor Gerard Bessiere. Porque Don Jorge siempre ha estado convencido de que «al mundo lo salvará la ternura».
¿Por qué, ahora (a estas alturas y con la que está cayendo), un ‘Santoral’?
Lo cuento en el galeato. Léalo. Puede transcribirlo.
Conociéndolo un poco, imagino que no es un libro de santos al uso.
Muchos de mis antiguos alumnos lo usan e incluso lo sonríen.
¿Hay clases entre los santos?
Evidentemente. De primera, de segunda, prefiero los de tercera: los «De una vida de santo» de José María Valverde (página 10 del Santoral), de «El santo» de José Ángel Valente (página 78), de «Toma una sonrisa» de Gandhi (página 142)
Sus tres santos favoritos.
Me encariño cada día con los que voy descubriendo a mi lado.
En su santoral coloca a santos sin peana, como don Germán. ¿Por qué?
Porque le conocí, le traté… por lo de: « Si varios hombres persisten viendo mucho tiempo la misma vista, acabarán por acordar y aunar mucho de su ideación, estribándola en el espectáculo aquel» (Unamuno)
Entre ellos, a Gérard Bessière, el inolvidable autor del Papa Jacinto.
He traducido de él: «Los acróbatas de Dios» / «Jesús inasible» / «Jesús, manantial inagotable» / «El Papa ha desaparecido» / «Nuevas andanzas del papa Jacinto» / «El papa muere en Jerusalén» / «Préstame tus ojos», sobre todo. Él me prestó sus ojos y yo le presté mi voz.
¿Para cuándo un ‘Papa Jacinto’ real, de carne hueso, en el Vaticano?
Tenemos un buen Papa Benedicto, bien real, de carne y hueso. Que no está mal.
Fue usted, quizás, el primer publicista vocacional, con aquellas frases que tanto nos hicieron pensar y que siguen siendo válidas hoy.
Si usted lo dice… Usted no lo sabe: yo nací perezoso, con poca imaginación. Todo lo que he hecho lo he hecho porque me obligaron a hacerlo. Como esta entrevista.
¿Cuál es el eslogan del que más orgulloso se siente? ¿Sigue haciendo postales?
Quizá el de la postal 141: «Al mundo lo salvará la ternura». En la página web http://www.pastoral-vocacional.org/ encontrará 246 postales. Si quiere se las dejo reproducir, a una por día tiene para ocho meses.
¿Cristo sigue siendo el gran seductor de los jóvenes?
De los jóvenes y de los viejos. Supongo que de usted también ¿no?
¿Ha descubierto algún camino ‘especial’ para llegar al corazón del Padre?
Los italianos en vez de «especial» emplean la palabra «particolare». Todos los caminos auténticos son «particulares». Me parece que León Felipe lo dice bien: «Nadie fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana hacia Dios por este mismo camino que yo voy. Para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz, el sol… y un camino virgen, Dios».
Después del camino recorrido, ¿sigue manteniendo viva la esperanza en un mundo mejor y en una Iglesia más evangélica?
Ya lo decía Heráclito: «Si no se espera lo inesperable, lo inesperable no acontece»
Regálenos un pensamiento, Don Jorge.
Mejor, una oración: Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.
Algunos titulares
«Hay santos de primera, de segunda, prefiero los de tercera»
«Me encariño cada día con los santos que voy descubriendo a mi lado»
«Gérard Bessière me prestó sus ojos y yo le presté mi voz»
«Tenemos un buen Papa Benedicto, bien real, de carne y hueso. Que no está mal»
«Nací perezoso. Todo lo que he hecho lo he hecho porque me obligaron a hacerlo. Como esta entrevista»
Ya lo decía Heráclito: «Si no se espera lo inesperable, lo inesperable no acontece»
«Al mundo lo salvará la ternura»