Braulio Rodríguez: "aquí estamos: les recibiremos siempre que vengan; esperaremos siempre que la Compañía vuelva"
(Fernando Redondo Benito).- La Compañía de Jesús ha recibido la distinción de «Hijos Adoptivos» de la ciudad de Toledo, con motivo del Día de San Ildefonso, patrón de la capital castellano – manchega, durante el acto de entrega de honores y distinciones que ha presidido el Alcalde, Don Emiliano García – Page Sánchez, y que ha contado con la presencia del Presidente de las Cortes de Castilla – La Mancha, Vicente Tirado, el Delegado del Gobierno, Jesús Labrador, el Presidente de la Diputación Provincial de Toledo, Arturo García – Tizón, además de otras autoridades locales, provinciales, regionales, así como instituciones culturales y religiosas de Toledo.
Distinción, del Ayuntamiento de Toledo, con la que, además de significar el reconocimiento del pasado de la Compañía de Jesús en la ciudad, se transmite el sincero deseo de su regreso en el futuro, como ya ocurrió en otras ocasiones de la historia.
Ha sido el Provincial de Castilla, Don Juan Antonio Guerrero Alves, SJ, el que ha recibido la distinción de manos de García – Page, que ha estado acompañado por el Padre Ricardo Rodrigo, SJ, último Superior de la Compañía de Jesús en Toledo y un grupo de jesuitas vinculados a la presencia de la Compañía de Jesús en Toledo.
El Provincial de Castilla de la Compañía de Jesús manifiesta con verdadero agradecimiento que se sienten «honrados y abrumados por la distinción»
Juan Antonio Guerrero, SJ, Provincial de Castilla de la Compañía de Jesús, ha iniciado sus palabras agradeciendo «muy viva y efusivamente en nombre de la Compañía de Jesús y, muy particularmente, en nombre de tantos compañeros jesuitas que pasaron por nuestra querida Residencia de Toledo, su benevolencia al otorgarnos esta distinción que tanto nos honra y por la que nos sentimos abrumados».
En ese sentido, ha señalado que «en estos siglos de presencia en la ciudad ha habido mucho servicio y trabajo de jesuitas, unas veces más sencillo, humilde y callado, y otras más público y reconocido», afirmando que «siempre han estado ayudados por arzobispos benévolos, por un clero amigo y por los fieles toledanos».
De igual manera, y preguntándose sobre el significado cuando reciben honores como el que ha entregado el Ayuntamiento de Toledo, ha querido compartir una anécdota de la Madre Teresa de Cultura; cuando la preguntaron, para ponerla a prueba, si le alegraban los honores que le tributaban en tantos lugares, respondió: «por supuesto que sí, supongo que la borrica que llevaba a Jesús a la entrada de Jerusalén también se alegraría cuando vitoreaban y rendían honores al Señor».
Ante esa anécdota, el Provincial de Castilla ha señalado que «esto que decía la Madre Teresa es la verdad», señalando que «siempre hemos tenido grandes deseos de servir al evangelio y al pueblo toledano«. Ha señalado, por último, que «el valor de lo que hayamos podido hacer en Toledo no está en nosotros sino en el Evangelio, al que servimos, que genera Vida en las personas que lo descubren y lo acogen».
Por su parte, el Alcalde de Toledo, Emiliano García – Page, ha agradecido la presencia del Padre Provincial de Castilla, resaltando los 500 años de presencia en Toledo, con una «labor en conjunto favorable» para la Ciudad, que ha hecho merecedor de la distinción como Hijos Adoptivos a la Compañía de Jesús.
Por ello, el Alcalde toledano ha afirmado que «os dejamos las puertas abiertas para que volváis a Toledo».
En el momento de la despedida de la Compañía de Jesús de Toledo, el Arzobispado Don Braulio Rodríguez Plaza ya manifestó que «queremos ser dignos de los Padres Jesuitas que aquí nos han enseñado tanto, nos han servido de modo tan eficaz. Dios les pague, Padres, todos sus desvelos.», además, ya señaló lo que con este nombramiento se pide desde el Ayuntamiento de Toledo, «aquí estamos: les recibiremos siempre que vengan; esperaremos siempre que la Compañía vuelva».
Don Braulio destacó la última etapa de presencia de la Compañía de Jesús, que va desde el siglo XXI hasta el pasado mes de julio; y al referirse a los Padres Máximo, Rodrigo y Mendizábal señaló que «no tengo palabras para expresar mi reconocimiento hacia ellos. Nos han enseñado lo que valen los servicios callados a tantos fieles, a tantos sacerdotes y religiosas, a tantos matrimonios, a tantos seminaristas, a tantos monasterios».
De manera especial quiso señalar que los Padres Jesuitas nos han enseñado «a ver la relación estrechísima que tiene el culto al Corazón de Cristo con la Eucaristía, centro y quicio fundamental de la vida cristiana. Nos han insistido en que el culto sincero al Sagrado Corazón y nuestra consagración a Él exigen de nosotros un compromiso constante de velar por el cumplimiento de toda justicia en la vida personal, familiar y social».
La llegada de los jesuitas a Toledo se produjo tras la muerte del cardenal Siliceo, que se había negado a que se establecieran en la ciudad. Su sucesor, el arzobispo Carranza, les concedió el permiso necesario y entre octubre y diciembre de 1558 estuvieron alojados en el Colegio de Infantes. Luego alquilaron una casa cerca de la iglesia de la Magdalena en la que vivieron todo el año 1559 los tres sacerdotes que establecieron la fundación.
Posteriormente la comunidad creció con otros 3 sacerdotes, 4 hermanos coadjutores y 2 estudiantes, y pasaron al Torno de las Carretas (actualmente Núñez de Arce) a otra casa cedida por un devoto de la Compañía.
En 1561 compraron una casa en la colación de Santo Tomé (la plaza con el busto del doctor Marañón), que era más capaz para una comunidad que crecía: 12 sacerdotes, 3 estudiantes y 7 hermanos coadjutores. En 1583 abrieron un colegio, el de San Eugenio, regentado por 17 sacerdotes y hermanos coadjutores, en una casa alquilada en la calle hoy San Miguel de los Ángeles. Cuando iniciaron las clases, los alumnos eran 700. El 1 de abril de 1767 los jesuitas son expulsados de los territorios de la Monarquía (España y las Indias) y sus bienes incautados, por orden de Carlos III. La biblioteca pasará a la arzobispal y por un tiempo los locales del Colegio de San Eugenio serán ocupados por la Universidad de Toledo (estaban entonces en la plaza de las Tendillas).
El regreso de los jesuitas a Toledo se realizó en 1903, bajo el pontificado del Cardenal Sancha, que les permitió recuperar la iglesia de San Ildefonso y abrir una residencia en el lugar que han ocupado hasta julio del año 2011. Precisamente la despedida de la Compañía de Jesús en Toledo se produjo el primer día del citado mes de julio, momento en el que los Padres Rodrigo SJ, Máximo SJ y Mendizábal SJ recibieron el sentido y emocionado homenaje de cientos de personas que desbordaron la capacidad de la Iglesia de San Ildefonso, todavía conocida como la Iglesia de los Jesuitas.