Comprendemos lo que está pasando, que en España haya necesidades que hay que atender de manera inmediata... pero eso no debe llevar a cortar con toda la solidaridad internacional y los compromisos que ya tiene contraídos
(Jesús Bastante).- «Si Manos Unidas ha pervivido tantos años, es gracias a su cultura femenina«, subraya Rafael Serrano, secretario general de Manos Unidas, que en estos días arranca su campaña 53, dedicada a «La salud, derecho de todos. ¡Actua!«. Un hombre en mitad de una organización capitaneada por mujeres, que apoya desde hace más de medio siglo acciones por el desarrollo en más de 60 países. En mitad de una crisis que amenaza con acabar con la Cooperación Internacional, Serrano recuerda que «dar lo que nos sobra es una manera insuficiente de entender la solidaridad«.
-¿A qué está dedicada la campaña de este año?
-A la salud. Es ya nuestra campaña número 53, que tiene como lema «La salud, derecho de todos. ¡Actúa!». Con lo cual, la inmensa mayoría de las actividades públicas de Manos Unidas este año están orientadas a concienciar a la sociedad española sobre la necesidad de trabajar por ese derecho y ayudar a todos los países donde nosotros trabajamos (llamados ahora «en vías de desarrollo»), que es donde hay situaciones verdaderamente angustiosas. Entonces, la campaña está encaminada a esta causa: dar apoyo a los más de 60 países donde estamos presentes.
-¿Por qué la salud y la pobreza están tan íntimamente ligadas?
-Bueno, está totalmente demostrado que cuando las necesidades básicas están cubiertas es cuando las personas empezamos a pensar en otras cosas: cultivarnos, aprender, crear conciencia, ser más cultos… Todo eso tiene una serie de repercusiones sobre los hábitos y la vida. Las sociedades en las que se pasa hambre, el primer derecho de las personas debe ser el de la comida. Por eso hay países donde no se invierte en salud ni en higiene, ni en infraestructuras o agua potable. Ahí es donde hay que «echar el kilo»: en la medida en que estos países tengan las primeras necesidades cubiertas, ir creando otra serie de canalizaciones para que las personas tengan acceso a una sanidad en condiciones.
Hace un par de años estuvimos terminando un proyecto en una zona de El Salvador con una mortalidad infantil enorme. Hicimos un pequeño hospital que funcionaba como guardería durante la semana, para que los niños pudieran permanecer allí recibiendo las atenciones fundamentales. Con esa pequeña atención, casi insignificante, sin embargo descendieron los niveles de mortalidad y de desnutrición enormemente. Lo mismo pasa en otros lugares con la maternidad. Con algo tan sencillo como una doctora y un enfermero con una moto para poder moverse por los campos o las selvas y atender a las personas que viven por allí diseminadas, se redujo drásticamente el nivel de muertes de mujeres al dar a luz. Hay que desarrollar las condiciones de vida para desarrollar la salud. Donde no existe eso, las enfermedades se ceban.
-Estamos en un momento de especial incidencia de la crisis. ¿Los españoles, no obstante, seguimos demostrando un plus de solidaridad? ¿Es cierto que en momentos de crisis de acentúa la solidaridad? ¿O sólo la solidaridad interior?
-Manos Unidas tiene un 82% de ingresos provenientes de nuestros socios y donantes. Por eso la crisis nos afecta menos que a otras ONG, que dependen más de la subvención pública. De hecho, este años hemos tenido un 14% menos de ingresos de ayuntamientos, comunidades y de la AECID. En cambio, ha habido un incremento en cuanto a socios de un 0,7%. Personas que hacen posible que mantengamos los fondos para atender a las personas con las que estamos comprometidos. En total, lo obtenido es menos que el año pasado (por las pérdidas de la Administración Pública), pero de todas formas nosotros estamos contentos y agradecidos por tantísimas personas que tiene un concepto de la solidaridad bien entendido. Porque es verdad que en España estamos pasando una situación dura, y que claramente afecta a las personas más pobres y desfavorecidas; pero el concepto de dar lo que nos sobra es una manera insuficiente de entender lo que es la solidaridad. La solidaridad para nosotros, como una asociación católica y cristiana, forma parte de la caridad en sentido pleno: compartir de aquello que tienes, sea poco o sea mucho. Ésa es la compasión bien entendida, hacia las personas que tienen menos posibilidades de desarrollarse. No podemos perder de vista que el ser humano es una imagen de Dios. Y esto no es una frase hecha: cuando se le hace bien a una persona, se le hace al mismo Dios. Entonces, aunque uno pase necesidades, intenta compartir.
Ahora los gobiernos no saben de dónde sacar los fondos, no paran de subir los impuestos… y están haciendo una concepción utilitarista de lo que es la solidaridad con la que todas las organizaciones de cooperación al desarrollo nos sentimos molestas. Comprendemos lo que está pasando, que en España haya necesidades que hay que atender de manera inmediata… pero eso no debe llevar a cortar con toda la solidaridad internacional y los compromisos que ya tiene contraídos, por ejemplo el gobierno español, con un tanto por ciento destinado a los países en vías de desarrollo.
-¿Qué es lo que se podría hacer frente a la reducción de los porcentajes?
-Bueno, se están manteniendo diálogos, aunque no siempre dan resultado. Pero esa vía siempre hay que mantenerla, no sería bueno llegar a una confrontación. Por otra parte, está la vía de la denuncia y de la protesta. En una situación como en la que estamos, todo el mundo se suma a la algarabía, al armar ruido. Pero la experiencia nos dice que a veces, si no tienes una presencia pública y social clara ante las personas y los gobernantes, hay que conjugar una cosa con la otra. De momento, los pasos que se están dando tanto en el nivel nacional-estatal como en las autonomías, avanzan en esta línea. Nosotros no perdemos la esperanza. Vamos utilizando los medios que sean necesarios para llegar a convencer. Pero también hay que tener en cuenta que la cooperación internacional no es tan desinteresada. Hay acuerdos bilaterales con otros gobiernos que buscan cierto beneficio o rentabilidad, aunque no sea económica en el primer plano.
-Llevas muchos años en Manos Unidas. ¿Cómo se siente el hecho de que, lo que aquí se da, se convierte en algo que germina en otro sitio?
-Esa es la experiencia más gratificante que tenemos las personas de Manos Unidas. Nosotros somos una organización fundamentalmente de voluntarios. Ellos se ponen a trabajar en las distintas delegaciones de toda España, y también tienen la oportunidad de ir a ver los proyectos. Pero el que piense que va a viajar, se equivoca. Lo primero, tienen que tener experiencia, estar cualificados y preparados para ello. Además, nosotros normalmente trabajamos con las personas de los países, para lo único que hacemos un viaje es para llevar a cabo un seguimiento constante y permanente. Pero los voluntarios o los periodistas que nos acompañan normalmente se encuentran con una gran realidad: que todo el esfuerzo de tantas personas de la sociedad española que nos ayudan económicamente, de otras que nos ayudan difundiendo lo que hacemos de manera clave (medios de comunicación que nos ayudan enormemente), y el esfuerzo de los misioneros o los seglares que están al frente de los proyectos, tiene resultados positivos. Eso hace que vuelvas entusiasmado. Ver, por ejemplo en Vietnam, que un camino o un pozo vecinal sirve a tantas personas que viven en las aldeas, o que después del terremoto de El Salvador se entregaron casas reconstruidas y en propiedad a una multitud de familias que recogían la célula con tanta dignidad… es algo verdaderamente impresionante, que se queda grabado en la mente. También recuerdo el proyecto de canalización de agua potable y letrinas, que era controlado por un comité de mujeres que lo supervisaban escrupulosamente. Se habían organizado entre ellas, era maravilloso. Eso verdaderamente es desarrollo humano.
Manos Unidas siempre busca la implicación, de alguna forma, de las personas que reciben los beneficios de los proyectos. Que aporten lo que puedan, que colaboren entre todos. Y hay múltiples detalles que nos han demostrado la capacidad de organización que tienen las personas simplemente cuando tienen los medios necesarios. Orgullo, cultura, capacidad de discernir… No es solamente hacer una carretera, el verdadero desarrollo consiste en que las personas sean capaces de recibir y de dar por sí mismas. Es difícil de explicar, pero en la medida en que visitas estos lugares, uno cree en el ser humano.
Además, aunque parece que ya es un tópico, hemos constatado que en los lugares donde la mujer se encarga de la administración de los proyectos, todo está garantizado. El empoderamiento de la mujer (como se dice en el lenguaje de la cooperación) es siempre garantía de éxito. Manos Unidas tiene un componente femenino muy fuerte, porque fue creada por las mujeres de la Acción Católica. Ya la verdad es que, si Manos Unidas ha pervivido tantos años, es gracias a Dios pero también a la cultura femenina, que no da nada por perdido. Que sigue, que machaca, que continúa. Todo eso va configurando una organización como la nuestra, que es de las más antiguas que hay en España y se caracteriza por eso. Es bueno reconocerlo.
TITULARES:
-Dar lo que nos sobra es una manera insuficiente de entender la solidaridad
-Debido a la crisis, los gobiernos están haciendo una concepción utilitarista de la solidaridad
-No es solamente hacer una carretera, el verdadero desarrollo consiste en que las personas sean capaces de recibir y dar por sí mismas
-El empoderamiento de la mujer es siempre garantía de éxito de los proyectos
-Si Manos Unidas ha pervivido tantos años, es gracias a su cultura femenina