Si Jesús es pura y simplemente «Dios», como muchos cristianos parecen haber aceptado, entonces, ¿cómo y por qué puede Dios ser tentado?
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(Richard Rohr, en Herder).- En los tres ciclos del Leccionario, el Evangelio del Primer Domingo de Cuaresma presenta la escena de la tentación de Jesús en el desierto en Mateo, Marcos y Lucas. Esta parece ser la forma en la cual vivió sus cuarenta días en el desierto, así que esta parece ser una forma apropiada para comenzar los nuestros.
Esto hace que el tema que hemos elegido aquí sea bastante claro, pero mientras lo vamos examinando, veremos que realmente no es nada claro. Primero. Si Jesús es pura y simplemente «Dios», como muchos cristianos parecen haber aceptado, entonces, ¿cómo y por qué puede Dios ser tentado? En cierta forma, los textos parecen mostrar a un Satanás más fuerte que Jesús. Nosotros, hoy en día, tenemos claramente una imagen muy diferente de Jesús y de Dios que la de Mateo, Marcos o Lucas. (La doctrina de la «Unión Hipostática » aún no había surgido para tratar de describir esta paradoja.)
Segundo. Aunque Jesús fuera solamente humano, entonces, ¿cuál es precisamente el significado de estas tentaciones para su humanidad? Ese parecería ser el significado y el propósito para nosotros hoy en día. En pocas palabras, yo veo las tres tentaciones como las tentaciones primordiales y universales que todos los humanos deben encarar antes de atreverse a asumir cualquier tipo de poder —como Jesús está a punto de hacer. Son tentaciones acerca del mal uso del poder para propósitos menores, desviados de la voluntad de Dios. Sucesivamente son el mal uso del poder práctico de cada día, el mal uso del poder religioso y el mal uso del poder político. Son las tragedias constantes que continúan derrotando a la humanidad.
Jesús pasa las tres pruebas, y por lo tanto, «el diablo lo deja» porque Jesús no podía ser utilizado para propósitos menores. Si tú te enfrentas con esos demonios en ti mismo, Dios puede y podrá utilizarte poderosamente. ¡Si no, seguramente serás utilizado! Pero permíteme mostrarte algo que casi siempre perdemos de vista. Solamente podemos ser tentados hacia algo que es bueno en algún plano, parcialmente bueno, o bueno para algunos, o solo bueno para nosotros y no para otros.
Las tentaciones siempre implican cosas «buenas», de no ser así no seríamos tentados: en estos casos fue el «pan», la «Escritura» y «los reinos en toda su magnificencia.» La mayoría de las decisiones éticas diarias que tomamos no son acerca del bien total o el mal total, sino entre varios matices del bien, un bien parcial que equivocadamente es percibido como un bien absoluto (pues el yo es el punto de referencia central), o un mal que se disfraza de bien. Esto es lo que nos mete en problemas. Jesús es aquí el maestro del discernimiento espiritual, lo cual siempre es más sutil y particular que una simple obediencia a leyes externas.
Nota que Jesús no cita aquí los mandamientos morales, solamente cita textos de la sabiduría del libro del Deuteronomio.
Lectura del día «En aquel tiempo, el Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían.» Marcos 1,12-13
Oración de partida «Oh Dios, permite que distinga entre mis bestias salvajes y mis ángeles. Ayúdame a ver cómo muchas veces confundo las unas con los otros.»