Sin cerrar ninguna puerta democrática, pero sin definir de antemano la conciencia nacional de los vascos para serlo de verdad
(José Ignacio Calleja).- La declaración de la Izquierda Abertzale, de 26 de Febrero de 2012, Construyamos la paz en el proceso democrático, ha levantado muchos comentarios. La mayoría de ellos muy críticos, sobre todo en relación a su actitud moral ante las víctimas del terrorismo. Cuando he leído el texto, y lo he hecho después de dos días, creía que el reconocimiento de Batasuna hacia el dolor y el mal que ETA ha provocado sería mucho menos claro.
Sé perfectamente que ese reconocimiento aparece envuelto en frases «condicionales» («si hubiese provocado que…»), y equiparando la causa y naturaleza de todos los sufrimientos. Al contrario, lo veo, y no estoy de acuerdo. Pero el paso moral y político que representa ese reconocimiento del dolor ajeno, me parece innegable y un valioso avance en la irreversibilidad del proceso.
Comprendo perfectamente la negativa de los que más directa e injustamente han sufrido el terrorismo de ETA, hasta el asesinato de los suyos, para ver algo positivo en esta declaración; pero honestamente yo sí lo veo y creo que, objetivamente, está ahí. Creo que la política no debería despreciar y desaprovechar eso valioso que está ahí. No lo hará, lo sé.
Sin embargo yo me voy a fijar en dos claves menos destacadas y que, a mi juicio, fueron y son fundamentales. Leo el texto de la declaración y lo comento entre paréntesis.
– Dice así en 2.3: «Generaciones de jóvenes vascos no resistieron y lucharon a través de la historia porque les gustase, no, miles y miles lucharon porque se sintieron reprimidos, excluidos y dominados por Estados y políticas ajenas a su cultura, identidad y dignidad como pueblo que somos y hemos sido desde hace milenios».
(Comento: Esto es muy importante, porque exculpa a ETA. Vuelve a la idea de que hicieron generosamente lo que debían y lo hicieron por todos y en nuestro nombre. Cuando la realidad es que, desde hace cuarenta años al menos, ese pueblo vasco les ha reclamado hasta la náusea, en mi nombre, no; por tanto, la declaración intenta colar el relato de que el pueblo vasco ha querido a ETA como valedor armado de su causa, y en su lugar; y no es así, el pueblo vasco ha participado de una conciencia moral y política que rechazaba inequívocamente a ETA, y la izquierda abertzale no puede hacer esta trampa histórica de legitimación moral y política de ETA, y propia. Una cosa es que el pueblo vasco no haya denunciado en general a esos terroristas y otra que los haya reconocido como propios y en su nombre; la decisión de recurrir al terrorismo fue suya contra todos los demás, y su valoración no es otra que inmoralidad y totalitarismo político).
– Y dice el texto: «2.5. C) La construcción de la paz exige el reconocimiento y respeto a la pluralidad de Euskal Herria. La diferencia en torno al presente y futuro del Pueblo Vasco y sus relaciones con los estados francés y español, que pueden legítimamente mantener las fuerzas vascas, no impide que se reconozca y acepte la existencia de una realidad histórica, lingüística, social, económica y cultural llamada Euskal Herria. Una sociedad plural que ha bebido a través de la historia de las muy diversas aportaciones de los hombres y mujeres que han vivido y viven en este país. Una pluralidad que todos debemos reconocer y respetar. D) Construir la paz conlleva el reconocimiento y respeto de todos los derechos, incluido el Derecho a la Libre Determinación. El derecho a la libre determinación de los pueblos no una posición partidaria sino un derecho básico… El reconocimiento de este derecho no significa predeterminar nada sino otorgar a la sociedad la capacidad de decidir. Reconoce que es la sociedad vasca la que en última instancia debe acordar sobre su futuro».
(Comento: Este pasaje me parece vital. En él, la libertad de las fuerzas políticas vascas es total, pero posterior a reconocer y aceptar «la existencia de una realidad histórica, lingüística, social, económica y cultural llamada Euskal Herria», que se supone idéntica a esa «sociedad plural» que todos debemos reconocer y respetar, «la sociedad vasca».
Es decir, no se tiene en cuenta, nunca se ha hecho, que la pluralidad legítima de esa sociedad vasca plural recae sobre la existencia de Euskal Herria, tal y como ha sido descrita poco antes, y recae sobre una realización de Euskal Herria que para muchos no debe ser llamada así, ni se corresponde con lo que significa Euskal Herria para la izquierda abertzale.
La «sociedad vasca» no puede negar el proyecto «Euskal Herria» y todos los ingredientes objetivos y subjetivos que lo articulan, – lo creo -, pero no se puede pensar que Euskal Herria, como lo entiende la izquierda abertzale, es un previo del que objetivamente participa toda la sociedad vasca y una obligación de un vasco demócrata; menos aún se puede pensar que es un punto de partida universal, con margen de libertad para su articulación institucional y no para su asunción como conciencia nacional obligatoria.
Creo que el proceso democrático de una sociedad vasca compleja alcanza también a este nivel de qué es Euskal Herria en su complejidad, hoy, y qué queremos que sea en el futuro. Sin cerrar ninguna puerta democrática, pero sin definir de antemano la conciencia nacional de los vascos para serlo de verdad. Esto es lo que la izquierda abertzale tiene que aprender a aceptar para democratizarse plenamente. Y la declaración no lo acepta. A mi juicio).
Sólo quería referirme a este par de aspectos menos tratados.