"Encuentros maravillosos", de Richard Rohr en Herder

El tercer algo

"Él sintetiza y va más allá de todos los dualismos"

¿Quieres que pensemos mejor de ti, o de nosotros a causa de ti? A fin de cuentas, ¿por qué nos llevas contigo en estos trayectos?

(Richard Rohr, en Herder).- Los tres ciclos del Leccionario utilizan la escena de «La Transfiguración» como el Evangelio para este Domingo, y por eso hablamos sobre ella -seguramente en vano, pues es uno de esos pasajes de los que no se puede «hablar», como Jesús mismo lo ordena cuando descienden de la experiencia de la cima. Es seguramente un relato arquetípico y místico.

Los detalles están todos en su lugar. Llevando a gente común hacia «la cima en soledad», hay hombres somnolientos a punto de ser despertados. La «aparición» incluye dos figuras simbólicas del judaísmo -la ley y los profetas- y las dos mitades de la vida -Moisés y Elías. Entonces Jesús aparece en medio de ellos «con una blancura relampagueante», lo cual significa siempre la inclusión de todo, todos los colores, en cierto modo. Al ver a Jesús, el tercero que reconcilia, los otros dos desaparecen.

Él sintetiza y va más allá de todos los dualismos. Después de esta imponente y consoladora epifanía, hay una clara mención de «una nube que cubre» todo. Tenemos aquí lo que parece ser la plenitud de la luz, y a la vez oscuridad. Saber, y sin embargo, también no saber. Entender, y no entender nada. ¿Acaso no es este el verdadero carácter de todo verdadero Misterio y encuentro profundo?

Los mensajes verbales son solo dos: «Hijo Amado» y «No digan nada.» Claramente Pedro, Santiago y Juan se percataron de que Jesús era el hijo amado, pero también de que ellos eran hijos amados al ser escogidos para tal momento cumbre. La respuesta de Pedro es la respuesta de todo hombre y toda mujer, «¡Qué bien que estamos aquí!»; sin embargo, también expresan una emoción que se describe como «sobrecogimiento o reverencia» exactamente lo que el teólogo luterano Rudolf Otto llamó el «mysterium tremendum », fascinación maravillosa y atracción junto con un sentimiento imponente de nuestra propia pequeñez e incapacidad, ¡ambos al mismo tiempo!

Así es como se sienten todos los momentos sagrados: soy increíblemente maravilloso y soy un pequeño punto en el universo. Esta experiencia necesita solo suceder una vez, al igual que para Pedro, Santiago y Juan. Eso es suficiente. Lo cambiará todo. Es accesible a todos, y, creo yo, en algún momento u otro se les ofrece a todos. No es algo que puedes programar, pero lo puedes pedir y lo debes esperar. Nunca podrás hablar de ello, ni lo tienes que hacer. Una vida común luminosa, diferente ahora ya abajo en el valle, será la mejor y única prueba. Lectura del día «Pedro, y los que con Él estaban, habían caído en un sueño profundo, pero despertándose vieron la gloria de Jesús…

Y Pedro le dijo a Jesús, «Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas, una para ti, una para Moisés y otra para Elías», sin saber lo que decía. No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió.»

Lucas 9,32-34 Oración de partida «Jesús, ¿estas experiencias son solamente acerca de ti, o también son acerca de nosotros? ¿Quieres que pensemos mejor de ti, o de nosotros a causa de ti? A fin de cuentas, ¿por qué nos llevas contigo en estos trayectos?»

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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