Ese día no somos ni trabajadores ni consumidores: un día en que no "servimos" para algo, simplemente somos
(Javier Oñate).- Este domingo, 4 de marzo, ha sido el día elegido para reclamar en toda Europa la protección legal de un «domingo libre de trabajo» frente a la lógica mercantilista que presiona cada vez con más fuerza y argumentos falsos en un contexto de crisis económica y ética.
El 20 de junio de 2011, sesenta y cinco organizaciones civiles, sindicales y eclesiales constituyeron en Bruselas la Alianza por un domingo libre. La Alianza nacía con el objetivo de proteger el domingo como día libre de trabajo en toda Europa. La intuición de fondo que sostiene esta iniciativa es que la ciudadanía europea necesita un modo de vida que no se reduzca a producción y consumo, sino que haya posibilidades también para un tiempo de interacción y compromiso social: «Necesitamos tiempo para los rituales colectivos de la sociedad, y no solamente para las ocupaciones masivas como ir de compras». Entre los primeros logros de su reivindicación hemos de destacar la prohibición de abrir las tiendas los domingos según sentencia dictada por la Corte Constitucional Alemana.
Por otra parte son cada vez mayores las advertencias de sicólogos y sociólogos en cuanto al impacto negativo que el trabajo generalizado en domingo tiene para la salud de los trabajadores y para la cohesión social. Las sociedades necesitan un ritmo colectivo, porque las personas están insertas en colectivos sociales que son necesarios para su bienestar. La decisión política se centra en qué tipo de sociedad deseamos para vivir; una sociedad participativa, o una sociedad donde cada vez más personas desaparecen de los espacios y tiempos comunes porque su horario laboral les impide permanentemente tal presencia.
El domingo permite a las personas y a las comunidades tener una continuidad en sus vidas. En el momento en que se respeta un mismo día de descanso para todos, se crea una situación de sincronización social y temporal. Ningún otro día de la semana proporciona ese tiempo imprescindible para compartir con la familia y en la comunidad, como lo hace el domingo.
El domingo no debe ser parte del sistema funcional de nuestra existencia. Ese día no somos ni trabajadores ni consumidores: un día en que no «servimos» para algo, simplemente somos.
Varias organizaciones cristianas participan en esta campaña, como por ejemplo la HOAC, Justicia y Paz, la Comisión de Conferencias Episcopales de la Unión Europea, o la Conferencia de Iglesias Europeas.