No son víctimas por su propia naturaleza, sino a causa del sistemas y los prejuicios
(Cáritas)- En el marco de la celebración del Día Internacional de la Mujer, la red mundial de Cáritas denuncia, en un momento en el que emigran más mujeres solas que nunca y lo hacen buscando una vida mejor, que no existen sistemas eficaces para evitarles la explotación y los malos tratos.
En un informe publicado ayer bajo el título El rostro femenino de la migración. Incidencia y mejores prácticas para las mujeres que emigran y las familias que se quedan atrás, Cáritas Internationalis afirma que los Gobiernos y servicios sociales que se ocupan de los migrantes necesitan abordar las necesidades específicas de las mujeres que emigran.
Fruto de la Conferencia de Saly, en Senegal
Este documento se basa en las conclusiones de la conferencia «El rostro femenino de la migración«, organizada por Caritas Internationalis del 30 de noviembre al 2 de diciembre de 2010 en Saly (Senegal), una cita en la que se reunieron más de un centenar de expertos en migración y profesionales de Cáritas de todo el mundo, para discutir sobre la «Feminización de la migración» y sus implicaciones en términos de programas y políticas. Esas jornadas contaron con la participación activa de Sergio Barciela, técnico del Equipo de Empleo, Migración y Comercio Justo de Cáritas Española.
Escenario de riesgo para 104 millones de mujeres migrantes
En la actualidad, 104 millones de mujeres migrantes, que representan el 48,3 por ciento de la población migrante mundial, han abandonado sus hogares huyendo de la persecución, la pobreza y la inestabilidad económica y política, buscando oportunidades, empleo y educación. Algunas escapan de un trato desigual y tradiciones culturales que impiden su desarrollo personal. Otras para reunirse con sus familiares. Y muchas sólo para disfrutar de la libertad, el respeto y sus derechos humanos. Sin embargo, con demasiada frecuencia, durante el viaje o a su llegada al país destino, se ven engañadas, maltratadas, violadas o discriminadas.
«Hay que cambiar urgentemente nuestra manera de pensar sobre la emigración de las mujeres, porque los sistemas existentes están fracasando, al no proteger a las mujeres que emigran», señala Martina Liebsch, responsable de Incidencia de Cáritas Internationalis.
«Con frecuencia -añade Liebsch– los malos tratos de las mujeres migrantes resultan invisibles. Tienen lugar en domicilios privados, en los que reciben palizas, no les pagan y tienen jornadas de trabajo demasiado largas. Suceden también en los burdeles, en los que los tratantes de personas las venden, obligándolas a la prostitución. Tienen lugar en las granjas, en las que las mujeres están vinculadas por contratos de trabajo que son semejantes a la esclavitud. También se encuentran en zonas urbanas, mujeres maltratadas, mal pagadas y víctimas de abusos sexuales. Y sucede durante el viaje de emigración, cuando los traficantes aprovechan de la vulnerabilidad femenina».
Medidas de protección para las migrantes y sus familias
Cáritas quiere que las mujeres puedan emigrar en condiciones de seguridad y protección. Por ello, exige a los países que adopten medidas para proteger a las mujeres, incluyendo asesoramiento previo a la salida del país, registro de refugiados e inspecciones en el lugar de trabajo. En este sentido, en el informe se apuesta porque los Gobiernos revisen sus políticas de migración para comprobar sus repercusiones en las mujeres migrantes.
Asimismo, Caritas reclama mayor atención a las familias y madres que se separan de sus hijos al emigrar. Para la responsable de Incidencia de Cáritas Internationalis, «muchas mujeres dejan a sus hijos en su país de origen, a veces, para ir a cuidar de los hijos de otras personas, en el extranjero. Los hijos de las migrantes se quedan con otros familiares y crecen sin sus madres. Necesitamos políticas que permitan a las familias seguir unidas o, al menos, que ofrezcan protección social a los niños que se quedan atrás».
Defensa activa de sus derechos humanos
Como se recoge en el documento publicado ayer, hay mujeres que escapan de situaciones laborales terribles y hasta torturas. Otras, incluso, corren el riesgo de terminar en la cárcel, cuando su permiso de trabajo está vinculado a un empleador que las maltrata. Cáritas defiende que las mujeres migrantes, independientemente de su estatus jurídico, puedan exigir reparación, mediante denuncias, para defender sus derechos humanos.
Las mujeres migrantes tienen también mucho que ofrecer a sus propios países y en los que trabajan. «Las mujeres migrantes no son víctimas por su propia naturaleza, sino a causa de sistemas injustos, prejuicios y malos tratos. Ha llegado el momento de evaluar su aportación a la sociedad, haciendo políticas de migración que las defiendan y protejan», señala Liebsch.
Este documento quiere ofrecer orientaciones a los interesados sobre políticas de migración, con el fin de facilitar respuestas a las necesidades de la mujer en el proceso migratorio, además de orientar a las Cáritas de todo el mundo en su labor de incidencia y desarrollo de políticas y prácticas propias.