Él ha dado un salto más allá de todos los límites de tiempo, moralidad y religión para anunciar una victoria universal y gratuita de Dios
(Richard Rohr, en Herder).- Este Evangelio, largo y verdaderamente místico de la mujer samaritana junto al pozo, ya lo utilizaba la Iglesia en sus comienzos como preparación inmediata de los nuevos candidatos para el bautismo el Sábado Santo.
Todos los elementos están aquí para quien los quiera tomar: la invitación, la revelación, el desarrollo de significado en varios planos: la intimidad, la reciprocidad y la iluminación. Esta historia con múltiples dimensiones de seguro merece el nombre de nuestro tema general de una «espiral maravillosa» del donante, lo donado y el don. Como casi siempre es el caso, la historia también es un tema al revés (¿quién da a quién?), un mal entendido en el primer nivel, un bache ético en el camino y una conversación más profunda, todo esto para llevar al lector sincero a la necesidad de buscar y cuestionar, lo cual es exactamente lo que deberíamos querer en todos los cristianos principiantes.
En realidad, este texto podría utilizarse para ejemplificar un acercamiento no fundamentalista a la Sagrada Escritura, pues Jesús lleva a la mujer, más allá de su primera comprensión literal, hacia una compresión interior y espiritual de lo que realmente está sucediendo. Es más, usa este momento para llevarnos a una comprensión interreligiosa: «Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad» (4,24). La historia ejemplifica la falta de interés que Jesús tiene por la cultura religiosa y el «sectarismo » de su tiempo.
Él no solo habla con una mujer extraña (para escándalo de sus discípulos), sino que muestra que la verdad que reclaman ambos grupos, judíos y samaritanos, no le interesa a Dios al final: «Llega la hora en que ustedes adorarán al Padre, pero ya no será en este cerro o en Jerusalén… los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad» (4,21.23), lo repite dos veces, y la segunda vez con más vehemencia (4,24). Es realmente asombroso, y uno se pregunta cómo es que continuamos defendiendo tales divisiones artificiales hasta este día, dada esta declaración.
Claro, la clave está en que, a menos que conozcas el Espíritu, sobre quien Jesús dice «el agua que yo le daré se convertirá en él en un chorro que salta hasta la vida eterna» (4,14), toda la estructura se derrumba. Si no hemos hecho contacto con el Espíritu Manantial de Agua, siempre nos definiremos con cosas no esenciales y accidentes culturales y formas y fórmulas externas. Y después Jesús la guía hacia una visión final, de gran alcance y muchas veces desapercibida: «Levanten la vista y miren los campos: ya están amarillentos para la siega. El segador ya recibe su paga y junta el grano para la vida eterna, y con esto el sembrador también participa en la alegría del segador» (4,35-36). Puedes escuchar el entusiasmo de Jesús al ver las posibilidades. ¿Por qué? En parte porque ¡ya está sucediendo ahora! La palabra «ya» o «ahora» se utilizan varias veces en este pasaje, y las palabras «sembrador y segador » no distinguen la noción del tiempo entre acción y recompensa.
El sembrar es ya la recompensa. También se podría decir que él es el segador y ella es la sembradora, y suceda lo que suceda, está sucediendo ahora mismo. ¡Él ha dado un salto más allá de todos los límites de tiempo, moralidad y religión para anunciar una victoria universal y gratuita de Dios y para la humanidad que sucede en el tiempo presente (bastante claro en los versículos 36-38)! Esto es realmente algo fabuloso, algo que aún podría reformar las divisiones y pequeñeces cristianas, o cualquier noción del Evangelio basada en un sistema de premios y castigos que acontece después de la muerte.
Lectura del día Lee la historia completa de la mujer samaritana (Juan 4,5-42) en tu Biblia preferida.