(Faustino Vilabrille)- Mientras hay tantos seres humanos en el mundo muriendo de hambre, las religiones ricas en edificios, tesoros, dineros, poderes económicos y negociantes, ninguna puede ser verdadera ni menos aún cristiana.
Jesús encuentra el templo convertido en un negocio de traficantes y banqueros (cambistas), que lo ponen furioso. Con los banqueros se puso especialmente irritado: les esparció las monedas por el suelo y les volcó las mesas. La verdadera religión no puede ser y servir de pretexto para negociar. Mientras hay tantos empobrecidos en el mundo, una religión rica en edificios, tesoros, dineros, poderes económicos y negociante, no puede ser verdadera ni menos aún cristiana, porque el verdadero templo de Dios son las personas: en ellas es donde Dios quiere ser atendido, reconocido, valorado, amado, aceptado, comprendido, escuchado. Estas personas son ante todo los pobres, hambrientos, sedientos, desnudos, enfermos, encarcelados.
Para leer el post completo, haga click aquí.