Con voluntad política y patriótica, usted puede con un sólo Decreto Supremo suyo, "ipso iure" hacer que el Cobre sea chilen
(Pbro. Eugenio Pizarro Poblete, Chile).- Llueve con tempestad eléctrica. Estoy en medio de los pobres y empobrecidos. Mi casa, arrendada en una Población de Puente Alto, se inunda y se llueve copiosamente. Me albergo en casa de una familia amiga. Me acuesto y comienzo con Biblia en mano a hacer oración.
Nace en mí, impulsado por el Espíritu de Jesús, un imperioso deber de conciencia a hablar: orando no lo hago en nombre propio. «Los pobres no pueden esperar». Me recuerdo de la propuesta de Reforma Tributaria hecha por Don Sebastián Piñera.
Quiero hablarle a él, y en él, a todos mis hermanos chilenos: ‘no se quede corto en su Reforma’. Aproveche y recoja el ferviente y ejemplar testimonio del Empresario Sr. Lamarca, hablándole a sus colegas los grandes empresarios: ‘ Nosotros hemos crecido grandemente económicamente en este último tiempo. Nosotros debemos recoger las demandas de nuestro hermanos pobres y de los estudiantes, pagando más impuestos a través de una buena Reforma Tributaria’.
Yo agregaría: tomando en cuenta especialmente a los hermanos terremoteados del Sur. Hay que liberarse de la «sacralización» del modelo económico: no es un dogma. Además, siendo creyente católico, usted Don Sebastián, sabe que la Doctrina Social de su Iglesia critica y más bien condena este sistema. El Papa lo llamó «capitalismo salvaje».
En mi oración me viene a mi mente el Cobre de nuestra tierra. Usted sabe, no obstante, mi deseo de cambiarla, la Constitución del 80, mantiene el artículo de 1971 referente a Nacionalización del Cobre. Con voluntad política y patriótica, usted puede con un sólo Decreto Supremo suyo, «ipso iure» hacer que el Cobre sea chileno. Recuerde, que no en vano se le ha llamado el sueldo de Chile.
Estoy cierto que tomando en cuenta al Sr. Lamarca y recurriendo a su facultad, según derecho («ipso iure»), todos nos alegraremos y cooperaremos al engrandecimiento y a la práctica de una verdera fraternidad y justicia social en nuestra patria. ¡Creamos en «el Dios de lo imposible»! ¡Luchemos como «quijotes» en el logro del «sueño imposible». Como ciudadano y sacerdote, con ánimo de servicio.