Ninguna organización puede vivir sin una doctrina y las personas la necesitamos, porque somos seres espaciotemporales
(Carlos F. Barberá).- En mi último artículo abogaba por algo que me parece imprescindible para la Iglesia en este tiempo: que renuncie a su poder. Quiero continuar profundizando en esta demanda preguntando: concretamente, renunciar ¿a qué? Pues para empezar, renunciar a la doctrina.
Para leer el artículo completo, pinche aquí