A 50 años del inicio del Concilio Vaticano II, que abrió las ventanas de la Iglesia para que entrara viento fresco, hoy es nuestra oportunidad
(Reflexión y Liberación).- Unos 800 años atrás el joven Francisco de Asís oyó que el mismo Cristo le decía: «reconstruye mi Iglesia que está en ruinas«.
Cuenta la historia que el pobre de Asís se lo tomó bien en serio y literalmente comenzó a reparar distintas iglesias y capillas. Hasta que comprendió que la reparación era más profunda: era la reconstrucción espiritual de una Iglesia cargada de opulencia y mareada con tanto poder.
Ocho siglos después, necesitamos emprender otra reconstrucción que surge del profundo amor que le tenemos a nuestra Iglesia, pues lo que hemos vivido en estos últimos años nos tiene que llevar a reaccionar. A 50 años del inicio del Concilio Vaticano II, que abrió las ventanas de la Iglesia para que entrara viento fresco, hoy es nuestra oportunidad.
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