¿Están Oriente y Occidente, como se insiste en muchas ocasiones, condenados a no encontrarse jamás? ¿Es el diálogo entre ambas culturas imposible?
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(Herder).- Jacques Scheuer investiga en Un cristiano en la senda de Buda (Herder) sobre el budismo desde la profundidad de su propia tradición cristiana. Tras largos años de interacción entre las dos cosmovisiones, el autor nos invita a pisar el terreno común, a tender un puente entre budismo y cristianismo. Su visión integradora nos abre nuevos horizontes y nos libera de la desconfianza con la que a veces nos acercamos a lo que es diferente.
Dolor, malestar
«Vale la pena subrayar el éxito que la propuesta budista encuentra en Occidente en personas que se encuentran profesionalmente vinculadas a entornos en los que se llevan a cabo cuidados especiales o personas relacionadas con la prestación de una ayuda más cercana: personal médico o paramédico, terapeutas, trabajadores sociales, educadores… No sorprende que muchas ofertas de terapia o de curación, en el sentido amplio del término, florezcan en el budismo o bajo la inspiración del mensaje de Buda. Aunque la corriente ‘psi-espi’ (la conjunción de lo psicológico y lo espiritual) desborda ampliamente el medio y no se reclama siempre deudora de las enseñanzas budistas, se nota, sin embargo, una convergencia impresionante. A lo largo de los siglos de la historia occidental, el evangelio de la caridad ha suscitado, y suscita aún, innumerables manifestaciones de solidaridad y de servicio frente a las múltiples formas de sufrimiento. Con un espíritu diferente, aparecen en Occidente formas budistas, tradicionales o innovadoras, de asistencia a los que sufren. Si en los próximos años, budistas y cristianos se comprometen juntos y no temen expresar y compartir las razones por las que se han comprometido así, es de esperar, de una parte y de otra, una profundización espiritual y formas inéditas de lucha contra los múltiples rostros del sufrimiento.».
Maestro de Dioses y de Hombres
«Algunos autores, especialmente budistas, han subrayado el contraste entre el breve ministerio de Jesús (de dos a tres años quizá) y la larga carrera de Buda. Por la permanencia, por la elaboración de estas doctrinas, por la precisión de las indicaciones técnicas, en particular en materia de ‘meditación’, por el detalle de las prescripciones que dejó especialmente a los monjes, las enseñanzas de Buda se presentan de distinto modo que las de Jesús. Esta desproporción, en la que Buda aparece, más que Cristo, como un maestro o instructor, se manifiesta igualmente en los textos sagrados que han conservado estas enseñanzas: no hay ninguna proporción entre los cuatro pequeños libros de los evangelios y los imponentes volúmenes de sutras recogidos, según la tradición, de labios del mismo Buda».
El encuentro y la experiencia
«Los que siguen el Camino Medio (el camino del drama budista) y los que siguen el Camino de Cristo (el camino del Reino) -caminos diferentes pero que muy a menudo se cruzan y se entrecruzan- ¿no pueden, no deben ser, los unos para los otros, compañeros de ruta, ‘buenos amigos’, ‘amigos espirituales’? El ejercicio al que nos entregamos modestamente en estas páginas -la práctica del paso hacia el otro y del retorno a sí- puede inscribirse en esta perspectiva y en este espíritu: ser, los unos para los otros, amigos en el camino».