Es preciso también integrar la razón que pueda tener la otra parte. Y sobre todo, hay que procurar no perder la razón que tengamos por el mal uso que hacemos de ella.
(J. I. González Faus).- Esta reflexión podría llevar como subtítulo «el segundo mandamiento laico«. En el sentido siguiente: es conocido que Jesús de Nazaret, cuando le preguntaron por el mandamiento más importante de todos, se negó a presentar sólo uno. Hay otro mandamiento similar e inseparable del primero: no sólo amar a Dios sino también amar al prójimo como a uno mismo.
Hoy quisiera parodiar a Jesús de manera laica y sin meter a Dios de por medio (incluso aunque uno piense que Dios siempre está de algún modo, aunque no lo metamos nosotros). Pero conservando la intuición de que «no hay uno sin dos».
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