Servicio Jesuita para el Refugiado: "Acompañar significa comer del mismo pan que comen ellos"
(Entreculturas)- En el mundo hay casi 44 millones de personas refugiadas y desplazadas, de las cuales, 14 millones viven en campos de refugiados y el resto, cerca de 30 millones, son refugiados urbanos.
Ante esta situación de injusticia Entreculturas ha presentado esta mañana en el Campo de la Cebada de Madrid la campaña «NOLAND«, el país virtual de esos 44 millones de personas que se han visto obligados a salir forzosamente de sus respectivos países para malvivir como refugiados en otros lugares de acogida, sin posibilidad de integración, educación y sanidad entre otros servicios básicos. Como cualquier otro país, NOLAND tiene su propia Constitución, escrita y creada para defender los principios básicos por los que luchamos tanto en los países de acogida de los refugiados como en sus países de origen. Estos principios van desde el derecho de toda persona refugiada a ser reconocida legalmente como tal, hasta el derecho al acceso a una educación, a un trabajo y a una atención médica adecuada.
Cristina Manzanedo, responsable de Migraciones y Desarrollo de Entreculturas, ha destacado la realidad de todas estas personas: «Los refugiados en las ciudades son invisibles, no viven debajo de tiendas de campaña, y son el 70% de los refugiados, son personas que viven en zonas rurales y urbanas». De estos 44 millones «15 millones son refugiados, 1 millón son solicitantes de asilo y 27 son desplazados internos», ha desgranado Cristina Manzanedo.
Entreculturas, junto con el Servicio Jesuita al Refugiado, su aliado sobre el terreno, trabaja para ayudar y acompañar cada día a las personas refugiadas, tanto en campos como en áreas urbanas. Irene Guía, religiosa y ex directora del Servicio Jesuita al Refugiado en Ruanda y en el este de la República Democrática del Congo, ha explicado qué significa vivir en un campo de refugiados: «Nadie está en un campo porque quiera, están allí de manera forzosa, es un espacio limitado y la mayoría están muchos años en estas condiciones».
Por esta razón, Irene Guía ha resaltado el trabajo de educación que realiza Entreculturas junto con el Servicio Jesuita a Refugiados: «No hay verdadero desarrollo sin educación, la educación combate la pobreza; y en un campo de refugiados, tener educación implica protección, esperanza y posibilidad de cambio». La religiosa ha compartido la fuerza y el valor del trabajo que realizan ambas organizaciones: «Acompañar, una de las misiones del JRS, significa comer del mismo pan que comen ellos«.
Pablo Funes, responsable de proyectos en África de Entreculturas, ha destacado la importancia «de recuperar el valor de la hospitalidad, con amplitud de miras» para acoger a todas estas personas pendientes de asilo, y ha explicado los proyectos de Entreculturas en este campo: entre 2008-2011 Entreculturas ha apoyado 25 proyectos con refugiados o desplazados urbanos, 7 en África y 18 en América Latina. «La hospitalidad es vital, promovamos la cooperación y AOD para los refugiados», ha concluido.
En este contexto, Ester Riziki, refugiada de la República Democrática del Congo con estatuto de refugiada en España, ha contado su experiencia. Es madre de seis hijos y tuvo que abandonar su país con su familia e irse a Tanzania y allí pidió asilo a España: «La guerra es mala, no tiene nada bueno, les pido que no se olviden del sufrimiento de tantas y tantas personas en el mundo», ha dicho.
En los momentos que vivimos de turbulencias económicas, mantener las necesidades humanitarias de las personas refugiadas en el centro de nuestras políticas es fundamental. La recesión económica amenaza la ayuda internacional, esencial para las personas refugiadas y desplazadas. Por todo ello, debemos alimentar el frágil valor de la hospitalidad. La sociedad debe acoger a las personas refugiadas y desplazadas con dignidad, hospitalidad, tolerancia, amor y ternura. Además, no sólo acogerlas sino también, sanar sus heridas, protegerlas, integrarlas y darles oportunidades. Entreculturas quiere trabajar por la justicia en NOLAND, para que sus habitantes tengan acceso a la educación, sanidad y oportunidades que todos merecemos.