No cabe duda que conducir mal, temerariamente, en malas condiciones físicas o psíquicas, es una patente de homicida o de suicida
(Lluís Martínez Sistach, cardenal de Barcelona).- Las carreteras resultan bastante familiares para todo el mundo. Cada día viajamos más. El verano es un período en que aumenta de modo considerable el número de viajes, fundamentalmente con motivo de las vacaciones. Por eso, este domingo 8 de julio, el más próximo a la fiesta de San Cristóbal, patrono de los automovilistas, que celebramos cada 10 de julio, la Iglesia celebra la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico. Este año tiene un lema muy profundo y claro a la vez: «La gloria de Dios es la vida del hombre. ¡Al volante, cuídala!»
La frase «la gloria de Dios es la vida del hombre» tiene gran riqueza de contenido. La hallamos en una de las obras de un gran santo de los primeros tiempos del cristianismo, san Ireneo de Lyon, valiente testigo de la fe católica en el siglo II de la era cristiana. Como nos dijo Benedicto XVI en su viaje apostólico a Santiago de Compostela y a Barcelona del año 2010, «no se puede dar culto a Dios sin velar por el hombre, su hijo, y no se sirve al hombre sin preguntarse por quién es su Padre y responderle la pregunta por Él […]. Esto es lo que la Iglesia quiere aportar a Europa: velar por Dios y velar por el hombre, a partir de la comprensión que se nos ofrece de ambos en Jesucristo».
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