Todas las enfermedades son malas, pero las mentales aún peores, porque incapacitan a la persona incluso para tomar conciencia de su situación
(Faustino Vilabrille).- Si algo aparece en el Evangelio a cada paso es el gran interés de Jesús por la salud de las personas: no solamente cura a todos cuantos enfermos llegan a él, sino que a sus discípulos les hace ese mismo encargo. En tiempos de Jesús, como hoy, es entre la gente más pobre donde más abundan los enfermos, y más los mentales, los deficientes, los discapacitados (a estas enfermedades se las llamaba «espíritus inmundos»). Todas las enfermedades son malas, pero las mentales aún peores, porque incapacitan a la persona incluso para tomar conciencia de su situación.
Conocí a un hombre en Guatemala muy discapacitado que tan pobre era que cuando quería cortarse el pelo entraba en la iglesia y con una vela lo iba quemando hasta recorrer toda la cabeza.
Conocí también a una joven de unos 20 años que sufría tal discapacidad que casi no sabía ni taparse con unos harapos. Si le dabas dinero para comprar algo, lo tiraba porque no sabía lo que era, pero si le dabas algo de comer lo cogía. No hablaba, tenía la vista como perdida, andaba errante sin saber a donde iba, dormía por el suelo, estaba tirada en cualquier parte… Horrible.
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