De modo que si la admisión en la estructura de la Iglesia post-conciliar ha de ser aceptando plenamente, sin discusión ni reparos, el Concilio Vaticano II y los errores suicidas arriba mencionados la FSSPX ofrecería un incongruente respaldo
(Pedro Rizo).- Pues ¿qué quiere usted que le diga? Pasó que, al final, exactamente iniciado el pasado 13 de junio, cayeron los disimulos y la Jerarquía de Roma declaraba a nivel oficioso que no revisaría ni rectificaría a la luz de la Tradición, como pareció admitir, las novedades de huida propuestas por el Concilio Vaticano II. Es decir, los mismos errores que Mons. Marcel Lefebvre rechazaba. Esas novedades pastorales (?) por las que se toleran, bendicen o predican los principios de la Revolución Francesa enseñoreados de la Iglesia con el señuelo de conceptos tan bellos como : Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Por cierto, haber llegado a esta contradicción entre lo ahora enseñado y lo siempre tenido por dogma y doctrina pudiera explicarse, tal vez, en que la Autoridad Apostólica guste ahora tanto llamarse Jerarquía. Porque, aun con sus significados más asépticos, y su diferenciada justificación, las palabras son muy susceptibles a usos subliminales. Así Jerarquía remite a solamente un organigrama y no a una evangelización, supone una obediencia militar, ciega incluso para rendir tu bandera; mientras que Autoridad Apostólica, muy al contrario nos recuerda de donde le llega el poder a esa jerarquía y cómo se legitima en un organigrama de gobierno.
Para leer el artículo completo, pincha aquí: