El creyente reconoce en la naturaleza el resultado maravilloso de la intervención creadora de Dios
(Lluís Martínez Sistach, cardenal de Barcelona).- El verano nos acerca más a la naturaleza. Las vacaciones -si estamos en condiciones de poder hacerlas- nos lo posibilitan y hacen más fácil. Al contemplar la belleza que Dios ha creado somos más sensibles a la ecología. El hombre puede vivir gracias a los elementos que integran nuestro planeta: minerales, animales, agua, aire y un larguísimo etcétera.
No cabe duda de que es necesario, hoy y siempre, armonizar desarrollo y ecología. Juan Pablo II nos recordó que «el carácter moral del desarrollo no puede prescindir del respeto a los seres que constituyen la naturaleza visible que los griegos, aludiendo precisamente al orden que los distingue, llamaron cosmos.
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