El Concilio Vaticano II, no en su totalidad sino en los errores que al mantenerse lo inhabilitan, ha sido la causa; Lefebvre, el efecto
(Pedro Rizo).- Verdaderamente poco puede decir un simple cristiano, Iglesia enseñada, al que se pide obediencia a lo enseñado y pagar para sustento de cardenales como el señor Koch, en opuesto a quienes se supone deben defender el depósito de fe recibido y por ello, como el citado cardenal, cobran su salario y beneficios de su destino de representación apostólica. Pero vamos a intentar una sencilla reflexión.
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