“¡Dichosa la muerte / que tal vida os causa! / ¡Dichosa la suerte / final de quien ama!”
(Martin Gelabert).- Lo de la Virgen muerta es otra perspectiva. Más realista. Porque el único modo de subir al Padre es por medio de la muerte. Ocurrió con Jesús de Nazaret. Ocurrió con su madre. Ha ocurrido con los que nos ha precedido en el signo de la fe. Y ocurrirá con cada uno de nosotros. Al celebrar la asunción de la Virgen, resulta oportuno recordar lo que decía el Vaticano II: que María es el tipo y ejemplar más acabado de toda vida cristiana.
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